HISTORIA: Leopoldo tiene fiebre. Y su persona favorita en el mundo, la abuela que ve todos los días después del colegio, acaba de morir. Todo está mal. La gente lo mira de reojo, los días pasan sin gracia y sus cinco tíos dentistas se han llevado las cosas de su abuela sin pedirle permiso a nadie. Y entonces aparece Julia, su vecina de asiento en el bus, lista a ayudarlo en una tarea que en un principio parece demencial: la tarea de recobrar, uno por uno, los objetos que tanto le gustaban a la señora, ir, de casa en casa, de tío en tío, hasta recuperar cosa por cosa. | |
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CÓMO SE HIZO: Yo había pensado, alguna vez, escribir cuentos para niños. Alguna vez escribí, para una revista que se llama Artifex, un relato sobre un viejito de origami. Y me ha gustado, desde hace varios años, darle vueltas a una antología falsa de literatura infantil que seguro que jamás voy a escribir. Tenía, por otro lado, la idea de contar la historia de cómo unos insectos, como los de Microcosmos, logran avisarles a los hombres, después de días y días de intentarlo, que una anciana (a quien nadie visita) ha muerto en la soledad de su sala. Y dibujado, completamente claro, tenía a un niño viejo, con nombre de adulto, que era ecuánime, mesurado, comprensivo a una edad en la que nadie está pidiendo nada como eso. Y acá estoy. Cada vez me parece más claro que este es mi estilo. |
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SE HA DICHO: "Nosotros los lectores de esta novela podemos ver al que fuimos y soñar con que todo “niño viejo” siempre encontrará el amor y la amistad en la vida y saber que las personas preferidas en el mundo habitan en nosotros y en los objetos que han amado cuando ya no están, siempre en orden de estatura". Álvaro Castillo, librero de San Librario. |