HISTORIA: Woody Allen ha dirigido 38 largometrajes en menos de cuarenta años. Nada lo detiene a la hora de inventar historias en su vieja máquina de escribir, ni en el momento de interpretar sus líneas irónicas, ni en las breves semanas de filmación de sus comedias tristes. Nada, ni siquiera los escándalos que la prensa amarillista ha montado alrededor de su vida privada, ha conseguido quebrar su disciplina. Su propia teoría es que necesita el trabajo para no pensar, para atravesar el día sin ceder a la desesperación. La verdad es que se sintió incómodo en el mundo desde que entró al colegio. Y que, desde entonces, tuvo que esconderse en las ficciones. Ha escrito chistes en su habitación, en Nueva York, desde los 17 años. Fue mago aficionado, libretista de televisión y comediante de clubes nocturnos antes de convertirse en uno de los directores más importantes de la historia del cine. Según sus padres, dos judíos de clase media, tendría que haberse dedicado a un oficio más serio. Quizás a atender una farmacia. | |
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CÓMO NACIÓ: La verdad es esta: me encontré con Mónica Montes, la amable editora de Panamericana, en la entrada de la Feria del libro de Bogotá en abril de 2003. Y me dijo que me tenía una propuesta. Dos meses después, me preguntó si me interesaba escribir una biografía para una colección que la editorial iba a publicar. Y yo le envié una lista de posibilidades entre las que ella eligió a Woody Allen. ¿A quiénes más propuse? A Paul Simon, a Paul Auster y a Martin Scorsese. ¿Fue un trabajo feliz? Sí, escribí desde octubre hasta noviembre todos los días mientras aceptaba que no me iba a reponer de la muerte de mi amigo. Me siento orgulloso de haberlo terminado a tiempo. Y orgulloso por hacer parte de una colección en la que están tantos autores admirables. |