Calificación: **1/2. Título original: La ley de Herodes. Año de producción: 2000. Dirección: Luis Estrada. Guión: Luis Estrada, Jaime Sanpietro, Fernando León, Vicente Leñero. Actores: Damián Alcázar, Pedro Armendáriz Jr., Delia Casanova, Juan Carlos Colombo, Alex Cox, Miguel Angel Fuentes, Guillermo Gil, Salvador Sánchez, Evangelina Sosa.
La ley de Herodes
Es una sátira que gira alrededor de un único chiste que es, en verdad, una denuncia: la divertida corrupción de los abandonados hombres mejicanos. Sí, claro, tiene un contexto: los gobiernos del PRI acorralaron, durante gran parte del siglo pasado, al pueblo de Méjico. Y el odio se abrió paso, hasta hoy, durante muchos años. La ley de Herodes no es, pues, una denuncia a destiempo ni una comedia sin sentido sino una celebración más o menos equivocada del supuesto fin de aquel oscurantismo político y social.
La primera media hora es entretenida. La forma como Juan Vargas, el nuevo Alcalde de un pueblito perdido en el desierto, va transformándose de un dirigente bienintencionado en un político corrupto que disfruta plenamente de las ventajas del poder, entristece, hace reír y recuerda vivamente las lecciones que tampoco hemos aprendido en Colombia. La decadencia de los personajes, que sin ninguna otra esperanza se dedican a vivir por el dinero, es realmente dolorosa.
Pero es imposible contar un solo chiste durante dos horas. Todos los entendemos más o menos rápido y, cuando nos los repiten, sonreímos, asentimos y decimos que ya nos los sabíamos. Pero si nos los cuentan de nuevo por tercera, cuarta y quinta vez, comenzamos a impacientarnos. Tal vez, comparada con Picking up the pieces, de Alfonso Arau, esta sea una obra maestra del humor negro. Pero a quien la vea le será imposible negar que, como película, gira y gira sobre lo mismo, y que, para engañarnos, sólo recurre a hacerse cada vez más escabrosa. Como arma política, claro, resulta invaluable.