Yo soy otro
Calificación: **1/2. Titulo original: Yo soy otro. Año
de estreno: 2008. Género: Ciencia ficción. Guión y Dirección: Oscar Campo.
Actores: Héctor García, Jenny Navarrete, Patricia Castañeda, Ramsés Ramos,
Miguel Ángel Giraldo.
¿Querían ver una película
colombiana diferente? ¿Esperaban la llegada de una obra de autor que se
aventurara a presentarnos una crítica del mundo en que vivimos? Acá está. Esta
es. Se lanza a contar, en clave de relato fantástico, la historia de un planeta
hecho pedazos. Se atreve a llevarnos a un lugar a punto de hacer corto
circuito, un sitio que han sepultado vivo bajo montañas de ideologías, de
informaciones, de incomprensibles hechos del pasado, en el que la gente
sobrevive creando anticuerpos. Es una aventura tan satisfactoria e
insatisfactoria como un sueño ajeno. Nos invita a mirar lo que nos está pasando
por dentro. Nos abruma. Y al final nos deja en manos de la incertidumbre.
La
firma uno de los más prestigiosos documentalistas del país, Oscar Campo
Hurtado, autor de largometrajes como Un
ángel subterráneo, Recuerdos de
sangre y El proyecto del diablo;
creador del programa de televisión Rostros
y rastros; maestro, en la
Escuela de Comunicaciones de la Universidad del Valle,
de la exitosa nueva generación de cineastas caleños que está tomándose el cine
colombiano a punta de talento.
Dice
Campo que su idea era inventar una alegoría que hablara del paso de ese mundo
políticamente correcto en el que todas las minorías tenían una voz (el mundo de
la Constitución
del 91, de los estudios culturales, el capitalismo triunfal), a este planeta
roto que recordó, aquel 11 de septiembre, que todos nos tememos a todos. Dice
Campo que ha situado la narración en “una ciudad periférica del imperio”, en
Cali, porque la guerra civil que se vive en este país es un resumen de lo que
vive cada hombre del siglo veintiuno: confusión ideológica, temor medieval,
resentimiento ante la concentración de capitales. Dice el cineasta que su
película ha asumido la estética nerviosa de los clips porque así es esta época.
Y porque era la mejor manera de seguir a ese programador de computadores, José,
que ha respondido al bombardeo perpetuo de estos días convirtiéndose en varias
personas a la vez: un hombre lleno de dobles que vive en todos los países que
quedan en Colombia.
Suena
a El club de la pelea. A La naranja mecánica. A Abre los ojos. Pero más amarrado a las
ideas que a la imaginación.
Yo soy otro lo arriesga todo. Se resiste
a crear personajes. Se niega a construir un drama. Se la juega, incluso, por
una resolución tan borrosa, tan de golpe, como las de los escándalos de hoy:
una irresolución. Porque lo que le interesa, desde que comienza hasta que
termina, es probar las ideas de Campo: mostrar cómo hemos reaccionado a un
mundo nuevo que nos ha enseñado a temerle a nuestra identidad. Se trata, pues,
de un decepcionante relato fantástico que ni produce pesadillas ni consigue
involucrarnos emocionalmente ni nos lleva al borde de la silla. Pero de una
buena película (de un buen pretexto) para comenzar una discusión sobre los
tiempos que corren.