Michael Clayton

Calificación: ***1/2. Título original: Michael Clayton. Año de estreno: 2007. Género: Suspenso. Guión y Dirección: Tony Gilroy. Actores: George Clooney, Tom Wilkinson, Tilda Swinton, Sydney Pollack, Michael O'Keefe, Ken Howard.

El neoyorquino Tony Gilroy, guionista de la trilogía sobre el espía Jason Bourne, debuta como director con esta estupenda película de suspenso. No es usual encontrar, en estos días de producciones norteamericanas, largometrajes exigentes sobre los problemas morales que enfrentamos en la era de las corporaciones. Desde que se atrevieron a hacerlo Sidney Lumet, Alan J. Pakula y Sydney Pollack (directores de Network, Todos los hombres del presidente y Los tres días del cóndor en los años más lúcidos del cine gringo de los setenta), muy pocos cineastas se la han jugado por filmar “thrillers” que sean verdaderos estudios de personajes, verdaderas miradas al mundo en que vivimos, en vez de ingeniosas excusas para llegar a gigantescas escenas de acción. Pero Gilroy ha decidido hacer de esta primera obra, Michael Clayton, el retrato de un hombre que sobrevive lo mejor que puede a un universo en el que “obrar bien u obrar mal” no es ya más un dilema.

Clayton, el protagonista, “enterrador” de los problemas más sucios de los clientes de una prestigiosa firma de abogados, se ve obligado a cuestionar su trabajo (la incertidumbre se toma todas las áreas de su vida) por cuenta de un caso escandaloso que involucra a una empresa que se dedica a la fabricación de productos para la agricultura: la U-North. Su jefe en la firma, Marty Bach, le ha advertido que no va a tolerar un solo error en los días que vienen. Su mejor amigo, el también “enterrador” Arthur Edens, está perdiendo la cabeza a fuerza de taparles a los demás sus crímenes horrendos. La nerviosa ejecutiva de la compañía, Karen Crowder, está dispuesta a todo con tal de que nadie arruine el proceso. Y las convincentes actuaciones de George Clooney, Sydney Pollack, Tom Wilkinson y Tilda Swinton, lo hacen todo aún más angustioso.

Tony Gilroy no se ha dejado llevar por las tentaciones de cualquier debut: Michael Clayton es una película que va despacio, sin afanes, hacia un final contundente que sin embargo no se saca ases de la manga; sus mejores escenas no están partidas en cien planos, como sucede en tantas obras cinematográficas de ahora, sino en un par de tomas simples que les permiten hacer bien su trabajo a los excelentes actores que conforman el elenco; su banda sonora no es uno de esos discos para llevar en el carro, ni una aparatosa composición de aquellas que maquillan los resultados finales, sino una discreta melodía escrita por el siempre competente James Newton-Howard.

Fue en los años setenta cuando, de la mano de la crítica Pauline Kael y bajo la influencia de “la nueva ola” francesa, los realizadores estadounidenses empezaron a aspirar de frente al título de “autores”. Las ganas de ser un artista han llegado intactas, a pesar de la decadencia de los estudios, a pesar del comercio, a estos primeros años de este nuevo siglo. Y Gilroy ha empezado a demostrar que lo es con este trabajo bien hecho.