Charlie Wilson’s War

Calificación: ***1/2. Titulo original: Charlie Wilson’s War. Año de estreno: 2007. Dirección: Mike Nichols. Guión: Aaron Sorkin basado en el libro de George Crile. Actores: Tom Hanks, Philip Seymour Hoffman, Julia Roberts, Amy Adams, Ned Beatty, Om Puri.

 

Deja constancia de varias cosas. De que los gringos son los ciudadanos más provincianos del planeta. De que la guerra no va a terminar si sigue siendo un buen negocio. Y de que ya no es un secreto, para nadie que siga la historia de la humanidad, que mientras cada quien trata de vivir la vida que le ha tocado en suerte, con sus relaciones, sus trabajos y sus dudas, un grupo de personas trabajan día y noche para arruinar este mundo. Pero no es solamente un alegato, no. Lo mejor de Juego de poder, que en inglés se llama La guerra de Charlie Wilson, es en realidad su sabia puesta en escena. Se trata de una divertidísima sátira política dirigida sin aspavientos ni progresismos fáciles por un maestro del oficio, interpretada por un elenco que se reta a sí mismo en cada escena y escrita por un experto en redactar ironías de esas que no nos permiten olvidar que las sociedades están en manos de sus peores elementos.


El Charlie Wilson del título, presencia inevitable en las bacanales de los más poderosos, representante demócrata de Texas en el congreso de los Estados Unidos durante más de treinta años, ha pasado a la historia por haber conseguido los fondos que la resistencia afgana necesitaba para derrotar al ejército soviético en una guerra sangrienta que estaba a punto de quedarse en exterminio. Fue a comienzos de los años ochenta. Y sucedió a espaldas del mundo, claro, como suceden tantas operaciones militares, gracias a la iniciativa de una dama de sociedad llamada Joanne Herring, con la ayuda del tosco agente de la CIA Gust Avrakotos y el impulso de un presidente de Pakistán que no imaginaba que la resistencia de hoy se trasformaría en el terrorismo de mañana.


Al director de Juego de poder, el veterano Mike Nichols, se la ha ido una carrera entera en la crítica de una sociedad que tiende a someter a sus individuos: a sus miradas implacables a la decadencia de la vida norteamericana (¿Quién le teme a Virgina Wolf?, El graduado) y a sus dramáticos alegatos contra este planeta de corporaciones que masifican al que sea (Silkwood, Secretaria ejecutiva), habría que sumarle esas valientes sátiras políticas (Catch 22, Colores primarios) en las que personas bienintencionadas pero ignorantes, héroes tontos precursores de este Charlie Wilson, hacen su torpe contribución al desastre. En fin. Es él, Mike Nichols, quien a los 76 años ha sabido conducir los instintos impecables de Tom Hanks, Julia Roberts y Philip Seymour Hoffman. Y es él quien ha filmado, con oído musical, los diálogos veloces del mismo Aaron Sorkin que se inventó la serie de televisión The West Wing.

Sin duda sabía que hacía falta una sátira de estas. Que hacía rato, quizás desde Cortina de humo, no llegaba a las carteleras otra farsa que no dejara bien parado a nadie. Y que si él no lo hacía, si no filmaba esta comedia contundente, ningún otro iba a hacerlo.