Calificación: ***.
Iron Man cuenta la misma historia que apareció en la edición número 39 de aquella publicación de Marvel Comics titulada Tales of Suspense. Cuenta la historia de ese arrogante multimillonario, el productor de armas Tony Stark, que se convierte en un superhéroe con todas las de la ley (un tipo con traje de robot que la prensa llamará Iron Man: el hombre de hierro) tras ser secuestrado y torturado por un grupo terrorista que lleva años beneficiándose de los artefactos que fabrica la empresa del propio Stark. Iron Man narra lo narrado tantas veces, sí. Pero se cuida mucho de caer en los clichés del género. Y en vez de jugar al cómic, como lo han hecho ciertas adaptaciones recientes, se lo apuesta todo a los actores de verdad, a los diálogos sin grandilocuencias y a la visión de un mundo convulsionado en el que negarse a construir armas es un acto de heroísmo.
El protagonista se ha vuelto una víctima a fuerza de ser un terrible victimario: no suele suceder eso en los relatos de superhéroes, no, esos giros se ven en las sátiras políticas, pero Iron Man se ha arriesgado a ser una obra crítica.
Stan Lee inventó a Tony Stark con Howard Hughes en mente: es un mujeriego multimillonario que tiende a la locura y que ha aparecido en la ociosa lista de personajes ficticios más ricos del mundo que la revista Forbes publica de tanto en tanto. Elegir para el papel protagónico a ese inmenso actor que es Robert Downey Jr. ha sido un acierto: Downey Jr. hace ver al héroe como un hombre brillante, frágil, complejo. Su presencia obliga a que la dama en apuros, la asistente Pepper Potts, sea encarnada por la inteligente Gwyneth Paltrow. Y a que el villano escalofriante sea interpretado por el estupendo Jeff Bridges.
Iron Man llenó los cines del mundo el fin de semana pasado. A la salida del teatro en el que la vi, en las escaleras que van a dar a la calle, un par de novios despistados, incapaces de entender el género, se lanzaron a criticarla porque “no es posible que alguien fabrique un traje como esos”. La frase es absurda a todas luces. No todos los novios son capaces. Pero no sobra decir que lo mejor es que no entre al cine a ver esta buena película quien no entienda que verla es comenzar las vacaciones.