Sukkar Banat

Calificación: **1/2. Titulo original: Sukkar Banat. Año de estreno: 2007. Género: Drama. Dirección: Nadine Labaki. Guión: Rodney El Haddad, Jihad Hojeily y Nadine Labaki. Actores: Nadine Labaki, Yasmine Elmasri, Joanna Moukarzel, Sihame Haddad, Aziza Semaan, Gisele Aouad, Fatmed Safa.

Sorprende de buena manera. No será la gran película que necesitamos en la cartelera de estos días. No será mucho más que un recorrido por las costumbres de una ciudad desconocida. Pero es, al menos, una de esas agradables comedias dramáticas que avanzan sin problemas, como una tarde de descanso, porque ven con buenos ojos las vidas de un grupo de amigas comunes y corrientes. Y lo hacen sin pretensiones que no vienen al caso ni alardes técnicos que producen vergüenza. Ya saben ustedes de qué tipo de obras estamos hablando: de producciones por el estilo de la española A mi madre le gustan las mujeres, la china El club de la buena estrella y la gringa Magnolias de acero. Vienen del cine de Jean Renoir, se parecen a las obras corales de Robert Altman, se alimentan de los retratos de familia que ha hecho Woody Allen. Nos demuestran, mientras siguen los dilemas humanos de una serie de heroínas ordinarias, que no estamos tan lejos como creemos de las otras culturas.


En medio de una atmósfera mucho más encantadora que memorable, Caramel sigue a cinco mujeres libanesas, en el Beirut de hoy, que tratan de lidiar con sus soledades en medio de una sociedad que mira todo de reojo. El punto de encuentro de las cinco es un decadente salón de belleza (con la “be” del letrero a punto de caerse) en el que todas tarde o temprano se confiesan.

Primero están las tres “estilistas” que se han ido volviendo hermanas a punta de compartir las frustraciones: la misteriosa Rima pierde el control de sus manos cuando tiene la oportunidad de lavarle el pelo a una mujer sonriente que suele ir a la peluquería; la triste Layale sostiene un romance con un hombre casado que parece ser, aunque suene a contradicción, un responsable hombre familia; la optimista Nisrine va a casarse con un hombre peligrosamente terco que aún no tiene ni idea de que ella no es una virgen inocente. Después vienen un par de clientas: Jamale, la poco interesante actriz de televisión, se confiesa bajo las tijeras, los secadores y los champús; la miedosa Rose, que tiene una sastrería, y es una figura materna para una de las peluqueras, gasta mucho más tiempo cuidando a los demás que cuidándose a sí misma.

Las protagonistas de Caramel sienten nostalgia por el contacto físico, por el sexo, por los demás. Su directora, la libanesa Nadine Labaki, que hace su debut como realizadora, guionista y actriz con esta ficción que tiene tanto de documento, quiere que sepamos lo que es pasarse una vida añorando rozar a otra persona. Y sí que lo consigue. Las historias de un par de sus heroínas se le pierden por el camino, se vuelven paréntesis aburridos, melodramáticos, predecibles y sin energía a las historias verdaderamente interesantes, pero logra presentarnos con sentido del humor a un círculo de amigas que viven la misma espera que vivimos así lo hagan en un mundo cargado de prohibiciones.