Bella

Calificación: **. Titulo original: Bella. Año de estreno: 2006. Género: Drama. Dirección: Alejandro Gómez Monteverde. Guión: Alejandro Gómez Monteverde, Patrick Million y Leo Severino. Actores: Eduardo Verástegui, Tammy Blanchard, Manny Pérez, Angélica Aragón, Jaime Tirelli, Ali Landry, Ramón Rodríguez.

El problema de fondo de Bella es que no tiene vida. Molesta profundamente que cargue con ese tono de superación personal en el que tanto cuesta creer, fastidia que se pierda en una trama un poco más mediocre que inverosímil, desagrada que después de todo sea un alegato contra el aborto ideal para ser presentado en colegios retardatarios (incomoda, digo, porque entonces no pasa de ser propaganda moralista), pero lo que en verdad desconcierta es su absoluta incapacidad para darles ánimo a las interpretaciones de los actores, para cargar de dramatismo a sus escenas y para hacer fascinantes sus imágenes. En pocas palabras: es una película corta que aburre. Y aburrir, más aún que usar a los personajes para hacer campañas ideológicas, es el gran pecado de un relato de ficción.

Bella (pronúnciese “Bela”) no es una película para cínicos. Pero tampoco es una película para gente compasiva. Porque la compasión se siente por la situación de otro. Y en este largometraje no hay personas sino ideas. Puede confundir en una primera mirada. Por momentos puede hacer pensar, porque su director, el mexicano Alejandro Gómez Monteverde, tiene el talento para captar ciertos gestos humanos, que es el retrato de dos seres humanos que viven un duelo. Las últimas secuencias, sin embargo, revelarán lo que los gringos llaman “una agenda”: un objetivo disfrazado (“no al aborto”) que sale a la luz cuando menos se espera.

¿Está mal crear una narración con moraleja? ¿Son menos interesantes las ficciones que dan lecciones de vida? De ninguna manera. Las fábulas, desde la aventura de la liebre que mira de lado la paciencia de la tortuga hasta la tragedia de la zorra que desprecia las uvas que no están a su alcance, son reveladoras. Al final lo que importa de una parábola, más de allá de esas conclusiones que tanto les sirven a los padres, es que lo sea de frente, que su anécdota sorprenda, que sus personajes resulten ser versiones de lo que somos y (sobre todo) que su forma de ser narrada la haga memorable. Bella no consigue nada eso.

Es la historia de redención de un futbolista de la liga norteamericana, José, que ve frustrada su carrera por cuenta de un accidente horrendo. José trabaja como chef en el restaurante de su hermano. Y pasa un día iluminador junto a una mesera embarazada, Nina, que acaba de ser despedida del trabajo por llegar tarde sin excusas. La indecisa puesta en escena, a medio camino entre el realismo y la comedia ligera, prueba no obstante que lo que frustró la vida del protagonista no fue un incidente trágico sino una idea de los realizadores; hace ver aparatoso, inexperto y sin personalidad al deportista convertido en cocinero; y convierte la jornada de restauración del héroe (que le dice a la mesera “¿no has considerado la adopción?” apenas ella le confiesa que ha decido abortar) en un largo recorrido por las malas ideas narrativas.