Calificación: **1/2. Titulo original: Live Free or Die Hard. Año de estreno: 2007. Dirección: Len Wiseman. Guión: Mark Bomback. Actores: Bruce Willis, Timothy Olyphant, Justin Long, Maggie Q, Kevin Smith, Mary Elizabeth Winstead.
¿Han visto en las tiendas de video esas segundas partes mediocres que la Walt Disney les ha sacado a clásicos como La dama y el vagabundo, Cenicienta o Peter Pan? ¿Se han dado cuenta de que están hechas de afán, sin inspiración, con el único objeto de exprimir al máximo el éxito de una obra que ha creado un club de seguidores susceptibles al chantaje, que serían incapaces de negarse a comprarlas? Pues es lo mismo con Duro de matar 4. Uno se divierte viéndola. Uno busca a su vecino cuando el protagonista repite las frases que decía en la película original. Pero da un poco de vergüenza estar en esa situación: querría uno, como en el caso de aquellas películas baratas de Disney, que hubieran dejado en paz a esa cumbre del género de acción que sigue siendo la primera entrega de Duro de matar.
Si de algo deber servir esta nueva aparición de John McClane, ahora convertido en un héroe desproporcionado capaz de salvar a la humanidad de un villano de estos tiempos de hackers, si para algo debe servir la reaparición de aquel policía interpretado por Bruce Willis (aparte, claro, de para pasar un rato sin altibajos), debe ser para volver a ver la extraordinaria película original de 1988: aún hoy, en esta era de fáciles efectos digitales, la primera Duro de matar sigue recordándonos qué es lo que nos gusta tanto del cine: que no son sólo las historias que nos cuenta ni los actores de moda que encarnan a los protagonistas, sino la suma de todo, el montaje, el sonido, los planos cuidadosos, que nos tienen hasta el final en el famoso borde de la silla.