Tráfico

Calificación: ***1/2. Título original: Traffic. Año de producción: 2000. Director: Steven Soderbergh. Guión: Stephen Gaghan. Actores: Michael Douglas, Catherine Zeta-Jones, Don Cheadle, Benicio del Toro, Dennis Quaid.

Tráfico no es sólo, como ya se sabe, un lúcido análisis de las causas y los efectos de la guerra de las drogas. Es, también, una maravillosa película que logra narrar, al mismo tiempo y sin ningún problema, una serie de apasionantes dramas: el de un juez de Ohio que, justo cuando es nombrado Zar de las Drogas, descubre que su hija es adicta a la heroína; el de dos policías mexicanos atrapados en la cadena alimenticia de la corrupción; el de una mujer embarazada que cuando se da cuenta de que ha estado casada con una especie de Pablo Escobar, decide asumir, con la frente en alto, las riendas del negocio familiar; el de dos policías californianos que, gracias a la captura de un mafioso de segunda, están a punto de llevar a la cárcel a uno de primera.

Son casos que, como piezas de un rompecabezas, revelan que no hay forma de ganar esa batalla y, sobre todo, que de la producción y el consumo de estupefacientes nace una telaraña de la que casi nadie logra escapar. La droga es el Infierno. Y el Infierno –el Papa ya lo dijo- es un problema personal. En ese sentido, tal como lo demuestra una de las últimas escenas de la película, una confesión en alcohólicos anónimos resulta mucho más efectiva que miles de redadas.

Aunque algunas líneas argumentales le interesan más que otras y por eso olvida a ciertos personajes e insiste demasiado en resolver historias resueltas, Steven Soderbergh, el mismo de Un romance peligroso y Erin Brokovich, vuelve a demostrar, con Tráfico, que es un director apasionado, ambicioso y lleno de efectivas ideas visuales. Su cine, hoy en día, es un alivio.