Juana tenía el pelo de oro

Calificación: **. Título original: Juana tenía el pelo de oro. Año de estreno: 2007. Género: Drama. Dirección: Pacho Bottía. Guión: Pacho Bottía inspirado en un cuento de Álvaro Cepeda Samudio. Actores: Xiomara Galeano, Carlos Cruz, Brigitte Roüan, Fernando Solórzano, Ernesto Benjumea, Frankie Linero.  

El título es el resumen de la historia. Así que era una vez, en Ciénaga, Magdalena, una niña que tenía el pelo de oro. Y todos los que se la encontraban por ahí, el cura, el alcalde y la gente del municipio, querían ser sus dueños. Tenía un hermano sacerdote que no paraba de tartamudear. Tenía un amigo modisto que le hablaba en voz baja sobre los riesgos del sexo. Tenía un amado equilibrista que soñaba con vivir al lado de ella para siempre. Y un periodista enemigo que estaba dispuesto a todo, a encontrarla, a escribir sus secretos y a volverla a encontrar, con tal de llenar las columnas de su sección en el periódico. Por supuesto, se llamaba Juana. Estaba a punto de volverse una mujer. Se negaba a ser la persona que los demás querían que fuera. Y el cineasta barranquillero Pacho Bottía, el mismo hombre que dirigió La boda del acordeonista (1988), estaba empeñado en retratarla tal como era.

Así lo hizo. Y tardó nueve años en hacerlo. Pero en su largometraje, Juana tenía el pelo de oro, se asoman lo fantástico, lo mítico, lo policiaco, lo satírico y lo erótico, sin que ninguno de los cinco se quede lo suficiente ni logre expresar con precisión lo que sucede en la pantalla. No se funde ninguno de los cinco, tampoco, en un tono nuevo. Y ello lleva a pensar que se trata de una película llena de cabos sueltos, de indecisiones, de personajes a medias, de inverosimilitudes. Justo cuando pensamos que estamos ante un homenaje al realismo mágico, entramos en una perversa revisión de los mitos que hemos oído desde niños. Apenas empezamos a acomodarnos a la investigación policíaca, la historia se adentra en el territorio de aquellos relatos punzantes (como El hombre elefante o Un artista del hambre) que prueban que el ser humano está siempre listo a explotar a su prójimo. Y entonces, cuando la paciencia está a punto de agotarse, nos vemos ante una fábula caribeña sobre una especie de dragón que tiene atrapada a una especie de princesa en la torre de una especie de castillo.

El principio de Juana tenía el pelo de oro es extraordinario: aquel plano general de un viejísimo truco de magia nos pone, de una vez, en el ánimo de la fantasía. Lo que sigue es, sin embargo, una suma de imágenes esmeradas que consiguen estimular al espectador pero que parecen venir de cinco películas diferentes, que estremecen siempre que aparecen pero que pocas veces logran ser causa o consecuencia del drama. Producida durante nueve heroicos años plagados de accidentes, filmada tras una década de investigar la obra de Álvaro Cepeda (autor del cuento del que parte), la nueva obra de Bottía le apuesta todo lo que tiene, desde la indudable calidad de ciertas secuencias hasta una música que no le teme al melodrama, a un cine personal que tendría que hacerse con más frecuencia en Colombia. Es una apuesta valiente. Pero una apuesta que no ha podido honrarse.