Lara Croft: Tomb Raider

Calificación: *. Título original: Lara Croft: Tomb Raider. Año de producción: 2001. Dirección: Simon West. Guión: Patrick Massett y John Zinman. Actores: Angelina Jolie, Jon Voight, Noah Taylor, Iain Glen, Daniel Craig.

Tomb Raider es una buena adaptación del juego de PlayStation. Lo que significa que, como película, es desesperante. Porque verla es, al final, como ver jugar a unos de esos enfermizos estudiantes de colegio que se pasan todo el día, con los controles en la mano, haciendo saltar a la exuberante Lara Croft. Son expertos. Nunca fallan. Pero, tarde o temprano, comienzan a molestar, a ser detestables. En sus manos, la heroína del juego es arriesgada y arrogante, y nunca pierde. La aventura pierde sentido y la emoción desaparece.

Hay quienes olvidarán todo esto a cambio de ver, cara a cara, a Angelina Jolie. Hay quienes disfrutan viendo jugar a los demás. Pero todos, desde los fanáticos de los labios de la actriz hasta los frustrados jugadores de PlayStation, tendrán que reconocer, después de la parafernalia, y de los efectos especiales, que la película –para continuar la búsqueda de su padre, Lara Croft, la arqueóloga, debe hallar, en contra de la naturaleza y de una secta peligrosa, un par de rocas que, unidas, le darán el control del tiempo-, que aspira a inventar una estupenda versión femenina de Indiana Jones pero consigue una lamentable Allan Quatermain en pantaloneta, es una de las más absurdas, una de las menos interesantes de los últimos años.

Ni siquiera el en teoría interesante encuentro entre Jon Voight y Angelina Jolie, padre e hija en la ficción y en la realidad, resulta memorable. Los dos son tan buenos actores que verlos en ese plan, tratando de dominar el pasado, el presente y el futuro, puede causar un profundo trauma. Lo mejor es evitarlo.