Calificación: **. Titulo original: It's All about Love. Año de estreno: 2003. Dirección: Thomas Vinterberg. Guión: Thomas Vinterberg y Mogens Rukov. Actores: Joaquin Phoenix, Claire Danes, Sean Penn, Douglas Henshall, Alun Armstrong, Margo Martindale, Mark Strong, Geoffrey Hutchings, Harry Ditson, Thomas Bo Larsen.
Y si usted quiere una película con la cual pelear, si está de ánimo para lanzarle angustiosos "porqués" a la pantalla, lo único que tiene que hacer es entrar en algún teatro en donde estén dando Todo es por amor. Lo mejor es ir con alguien más, por supuesto, no sólo para hacerse las preguntas fundamentales en voz alta ("¿por qué se están muriendo todas las personas en ese futuro cercano, el año 2021, en el que la nieve ha comenzado a caer en la mitad de julio?", "¿por qué han clonado a esa popularísima patinadora en el hielo, Elena, cuando todo parece indicar que el Apocalipsis está a un paso?", "¿qué hace el enfermizo hermano del protagonista en aquel avión que jamás se detiene?", "¿valdrá la pena atender una trama que parece construida, como un ensayo filosófico, para decir unas cuantas cosas sobre el estado de la humanidad?"), sino porque a la salida, en el camino de regreso, será necesario confirmar con otro testigo que en verdad se acaba de ver lo que se acaba de ver.
Tratemos de resumir lo que le espera a quien no ha visto Todo es por amor: se enfrentará, para empezar, con una trágica historia de amor situada en una Nueva York a punto de acabarse e interrumpida por una serie de accidentes de relato de ciencia ficción; seguirá a John, el héroe, desde que regrese a la ciudad con el objeto de divorciarse de su esposa, de Elena, la famosísima patinadora, hasta que se dé cuenta de que aún es capaz de dar la vida por ella; conseguirá entender, si de verdad se concentra, si en realidad está dispuesto a no dejarse vencer por las metáforas de la aventura, que el título, el romance tortuoso, los cadáveres que invaden las aceras, la trama de suspenso, en fin, todo lo que aparece en la pantalla, hace parte de una elaborada declaración de principios que su director, el danés Thomas Vinterberg (coautor de aquel manifiesto, Dogma 95, que animó a los cineastas del mundo a poner los pies sobre la tierra), podría haberse ahorrado si hubiera escrito una columna de opinión en algún diario progresista.
Y ahora pongamos las cosas en su sitio: la errática, malograda, fascinante Todo es por amor consigue crear un mundo de pesadilla que no nos deja en paz tan pronto como querríamos (véanla, si la ven, por sus imágenes de cuadro de Magritte), pero, junto con Código 46, de Michael Winterbottom, Demonlover, de Olivier Assayas, y Hasta el fin del mundo, de Wim Wenders, hace parte de un género que podríamos llamar "ciencia ficción alegórica en las peligrosas manos de un gran cineasta que cree que lo puede todo" o "relato fantástico que no estaba hecho para el lenguaje del cine", y eso significa, en pocas palabras, que ni las ideas inquietantes ni los encuadres sugerentes la salvan de ser un noble fracaso, un desastre cargado de justificaciones, una curiosidad hecha para aquellos que han jurado que probarán de todo alguna vez.