Orgullo y prejuicio

Calificación: ***1/2. Título original: Pride and Prejudice. Año de producción: 2005. Dirección: Tom Wright. Guión: Deborah Moggach basada en la novela de Jane Austen. Actores: Keira Knightley, Matthew MacFadyen, Donald Sutherland, Brenda Blethyn, Rosamund Pike, Simon Woods, Jena Malone, Judi Dench. 

La cámara va por ahí, entre las parejas que bailan, las hijas que se preparan para recibir a otro pretendiente y las señoras decadentes que apuestan quién se casará con quién al final del día, como si alguien filmara una película familiar de comienzos del siglo XIX. Esta nueva versión de Orgullo y prejuicio, la décima adaptación cinematográfica de la novela de Jane Austen (sin contar la parodia que hace El diario de Bridget Jones), avanza sin problemas durante más de dos horas (cuesta quitar la mirada de la pantalla siempre que la actriz Keira Knightley aparece en ella) como si fuera la primera vez que alguien contara la tortuosa historia de amor entre la terca Elizabeth Bennett y el inescrutable señor Darcy. Todas las escenas, cómicas o dramáticas, consiguen involucrarnos. Los personajes se mueven libremente, sin sentir el peso de ninguna tradición, por aquel mundo en el que casar a una hija era una cuestión de supervivencia.

Las comedias inglesas suelen tener elencos extraordinarios. Ésta no es una excepción. Y en ese sentido vale la pena destacar a los dos intérpretes que encarnan a los padres de la señorita Bennett. Ella, Brenda Blethyn, conocida en el mundo por su actuación en Secretos y mentiras, se echa al hombro el humor de la película en el papel de la madre de Elizabeth. Él, Donald Sutherland, un icono del cine norteamericano desde los años setenta, se supera a sí mismo en la última escena del largometraje: su mirada, cuando se da cuenta de que su hija en verdad está enamorada, es el punto final que merece este relato.