Los hermanos Grimm

Calificación: ***. Título original: The Brothers Grimm. Año de producción: 2005. Dirección: Terry Gilliam. Guión: Ehren Kruger. Actores: Matt Damon, Heath Ledger, Jonathan Pryce, Lena Headey, Peter Stormare, Monica Bellucci, Barbara Lukesova, Anna Rust. 

No quiere hacerles fácil la vida a los niños. Ni contarles a los adultos la biografía de los dos folcloristas del siglo 19 que, en la búsqueda de la identidad de su pueblo fragmentado (la Alemania que aún no se convertía en el país que sabemos), reunieron los imborrables cuentos de hadas que en ese entonces solían narrarse en las comunidades de habla alemana. Le interesa seguir a dos tramposos hermanos, los ficticios Jakob y Wilhem Grimm (vagamente inspirados, sí, en ese par de profesores que rescataron de la tradición oral las fábulas de Caperucita roja, Rapunzel o Hansel y Gretel), desde que dejan de ser timadores de aldeas inocentes hasta que se ven obligados a creer que las peores fantasías sí suceden en la realidad. Es, a fin de cuentas, una película del norteamericano Terry Gilliam. Lo que significa: una serie de imágenes extraordinarias, de hermosa pesadilla, que pasan por la pantalla como si pasáramos las páginas de un aterrador libro ilustrado.

Podría descartarse a Los hermanos Grimm como a un noble fracaso por no tener una trama clara ni encontrarle un propósito dramático a sus brillantes ideas visuales. Podría traerse a la discusión la noticia confirmada de que la producción estuvo llena de obstáculos: el guión fue corregido hasta la saciedad, gran parte del equipo de filmación le fue impuesto al director por el estudio, la fecha de estreno se aplazó todo lo que se pudo mientras ciertas escenas se salvaban en la sala de montaje. Podría hablarse, en fin, de un enredo de Hollywood, de un desliz en una carrera única en el mundo del cine, pero eso sería no concederle el beneficio de la duda a un gran realizador que siempre se ha hecho matar por sus relatos. Gilliam, nacido hace 65 años en Minneapolis, Minnesota, célebre entre los cinéfilos por haber hecho parte del grupo humorístico inglés Monty Phyton, es el autor de cinco películas memorables: Brazil, Las aventuras del Barón Munchausen, Pescador de ilusiones, 12 monos y Miedo y asco en Las Vegas. Su obra es, pues, una excursión por las fronteras de la realidad, una suma de aventuras que nadie más se habría atrevido a filmar.

Los hermanos Grimm no está a la altura de sus anteriores trabajos. Tiene más salidas en falso, más actuaciones torpes que sus otros largometrajes. Pero es una valiosa reivindicación de la ficción como medio para habitar el mundo. No por nada Gilliam obliga a sus Grimm a vivir los mitos que los verdaderos Grimm recopilaron. No por nada sitúa los hechos de su "drama" en la primera mitad del siglo 19, en un mágico territorio alemán ocupado por las tropas racionalistas de Napoleón. Quiere decirles a los niños, con sus secuencias monstruosas, que en nombre de la razón –por la vía de la razón- se han cometido los peores crímenes de la historia. Quiere recordarles a los adultos que los cuentos de hadas nos advierten de los infiernos de los que somos capaces.