Flores rotas

Calificación: ***1/2. Título original: Broken Flowers. Año de producción: 2005. Guión y Dirección: Jim Jarmusch. Actores: Bill Murray, Jeffrey Wright, Sharon Stone, Frances Conroy, Jessica Lange, Tilda Swinton, Julie Delpy, Alexis Dziena, Christopher McDonald, Chloë Sevigny. 

Pocas cosas tan ridículas como un don Juan viejo. El protagonista de Flores rotas, un mujeriego entrado en años que soporta con dignidad el nombre de Don Johnston (si no fuera por la "te" se llamaría igual que la estrella de Miami Vice), comienza a darse cuenta de ello –de que un galán de la tercera edad es un hombre grotesco- cuando su última novia decide dejarlo y una carta anónima le da la noticia de que alguna vez tuvo un hijo con una de las tantas amantes que ha tenido en la vida. Dice el mensaje que el heredero fue concebido hace veinte años. Y que no es un hijo cualquiera, no, sino un hijo adolescente que se ha ido de la casa. Por supuesto, cualquier hombre decente iría en su búsqueda. Y el hastiado Johnston, un magnate en sudadera que hace lo que puede para disfrutar de su retiro, parece resignado a convertirse en un hombre decente.

Sólo Bill Murray podía encarnarlo. Ningún otro actor habría sido capaz de ponernos de su lado sin merecerlo del todo. Su cinismo irredimible, sus hombros encogidos y su ternura a destiempo (que han hecho memorables películas como Hechizo del tiempo o Perdidos en Tokio) lo acompañan mientras trata de hacer las paces con un pasado que es una suma de las víctimas de su egocentrismo. Aunque su sentido del humor característico –un extraño humor contenido- no lo abandona en ningún momento, su interpretación nos recuerda, incluso en las escenas más ligeras del largometraje, incluso durante los diálogos más divertidos, que en realidad estamos ante un drama desolador: tal vez sea demasiado tarde, sentimos, para que el tal Don Johnston encuentre las dos respuestas que podrían salvarlo del tedio, darle sentido a su futuro, redimir su vida.

No es el misterio (que mueve la historia hacia delante) ni la risa (que hace más fácil la desolación) lo que más le interesa a esta producción. Son los pequeños pretextos que nos sirven para inventarnos una vida entera lo que fascina a su director, Jim Jarmusch, desde que la misteriosa carta aparece bajo la puerta del protagonista. La cámara sigue al triste don Juan, al ritmo de la extraña banda sonora, como una paciente compañera de viaje. Y se sorprende, igual que él, con cada mujer que se encuentra por el camino: todas parecen haberse llenado de mentiras –de identidades, de rutinas, de conversaciones sobre nada- para llegar, sin perder la cabeza, a la vejez de la que nadie se salva. Y lo han hecho, entre otras cosas, porque así son los héroes de los relatos de Jarmusch. Los personajes de sus mejores trabajos, Extraños en el paraíso, Down by Law y Mystery Train, dejan de ser extranjeros en el mundo cuando descubren que los demás también son extranjeros.   

Es un pobre consuelo. Pero quizás le sirva a este nuevo turista, el Don Johnston de Flores rotas, para no perder lo que le quede de vida frente al gigantesco televisor de la sala de su casa.

 

Soldado anónimo

 

Chapó: Sam Mendes presenta su brillante puesta en escena de las memorias de un marine que vivió la primera Guerra del Golfo.

Calificación: ***1/2 (tres estrellas y media)

Pie de foto: Swoff (Jake Gyllenhaal) trata de no perder la cabeza en la espera de una guerra que no llega.

 

Título original:Jarhead.Año de producción: 2003. Dirección: Sam Mendes. Guión: William D. Broyles Jr., based on the book by Anthony Swofford. Actores: Jake Gyllenhaal, Peter Sarsgaard, Brian Geraghty, Jamie Foxx, Chris Cooper, Dennis Haysbert.

 

Francis Ford Coppola filmó el horror de la guerra cuando filmó Apocalipsis ahora. Stanley Kubrick se encargó de seguir, en Full Metal Jackett, los pasos de la deshumanización –el lavado de cerebro- que les permite sobrevivir a los soldados que participan en una contienda sangrienta. Y ahora, a manera de tercer capítulo (no es una interpretación acomodada, no, las películas de Coppola y Kubrick aparecen citadas desde el comienzo), el británico Sam Mendes, aquel hombre de teatro que debutó en el cine con Belleza americana, se ha valido de la brillante Soldado anónimo, adaptación cinematográfica de las memorias de un combatiente de la primera Guerra del Golfo, para capturar el absurdo que se vive en las batallas inexistentes de estos tiempos sin héroes: una deshumanización que conduce al horror en nombre de nada. El actor Jake Gyllenhaal, completamente despojado de vanidades, le ha seguido el juego hasta sus últimas consecuencias en el papel del marine Anthony Swofford. El cinematógrafo Roger Deakins le ha ayudado a registrar las huellas blancas en el desierto cubierto de humo. Y el editor Walter Murch, el mismo de Apocalipsis ahora, le ha dado a todas las secuencias el ritmo de una pesadilla.

            Sam Mendes siempre ha sabido rodearse. No parece tener una visión de mundo (la de esta, su tercera película, viene del libro de Swofford), pero debe reconocérsele un talento especial para dirigir puestas en escena. Soldado anónimo (el título original, Jarhead, significa marine en jerga militar) es otro gran trabajo: seguiremos todos en ese desierto.