Toma mi mano

Calificación: **. Título original: Take the Lead. Año de estreno: 2006. Dirección: Liz Friedlander. Guión: Dianne Houston. Actores: Antonio Banderas, Rob Brown, Yaya DaCosta, Alfre Woodard, Lauren Collins.   

Es todo un subgénero cinematográfico: esas películas emotivas (como Hombre del renacimiento,  Mentes peligrosas o La música del corazón) en las que una persona en crisis encuentra la redención mientras les dicta clases a un grupo de marginales que habían perdido la esperanza. El protagonista de Toma mi mano, inspirado en un conocido personaje de los Estados Unidos de estos últimos años, es un enérgico profesor de danza llamado Pierre Dulaine. La pandilla con los días contados, una banda de adolescentes perdidos en un colegio público de Nueva York, ha sido condenada al sótano en el que los estudiantes castigados por mal comportamiento (que acá es un eufemismo) deben ponerse al día en sus tareas. Y la predecible redención, seguida de cerca por una firme rectora de apellido James, sucede por cuenta de una serie de lecciones de baile de salón.

Quienes van al cine a ver hombres que se salvan, quienes no tienen problemas con esos largometrajes en los que el zapateo trata de ocultar la ausencia de ideas, se tomarán un poco mejor Toma mi mano. Sabrán reconocer que la producción se esfuerza mucho, hasta verse falsa, en la búsqueda de secuencias antológicas que nos agüen los ojos (Antonio Banderas, que no es, como los prejuiciosos creen, un mal actor, hace lo que puede para emocionarnos), pero no se quejarán, como nosotros, del final esquemático, de los numeritos musicales editados como un comercial de MTV, de la extraña atmósfera de video institucional que suele ser el sello de las películas que llegan, tarde o temprano, a la programación melosa del canal Hallmark.