Calificación: **. Título original: Must Love Dogs. Año de producción: 2005. Dirección: Gary David Goldberg. Guión: Gary David Goldberg, basado en la novela de Claire Cook. Actores: Diane Lane, John Cusack, Elizabeth Perkins, Christopher Plummer, Dermot Mulroney, Stockard Channing, Ali Hills.
Por mal que nos vaya, por mala que sea, ver una comedia romántica siempre será una experiencia inofensiva: Se busca pareja, por ejemplo, se enreda a más no poder tratando de enredar a sus dos protagonistas (anuncia tramas que no desarrolla, se deja ir en ciertas escenas que tienen menos de cómico que de patético); no consigue convencernos de que aquella bondadosa profesora de kindergarten, Sarah, tenía que enamorarse –ni mucho menos de que se ha enamorado- de aquel solitario constructor de canoas, Jake, que conoció gracias a un anuncio publicado en Internet; se empeña en presentarnos, sin saber quiénes son, a una serie de personajes secundarios que también hacen lo que pueden para encontrar el amor, pero a la larga nos pone de su lado, nos hace pasar un buen rato, gracias a un elenco compuesto por algunos de los mejores actores norteamericanos del momento y a un par de situaciones divertidas que podrían sucederle a cualquiera.
El director, Gary David Goldberg, célebre por haber creado la serie de televisión Lazos familiares, ha partido de la idea de que a nosotros, los espectadores, nos gusta que nos vuelvan a contar una y otra vez la misma historia, pero ha olvidado que también esperamos que los hechos de siempre (se conocen, se pelean, se enamoran, se separan, se reconcilian) nos sean contados como si fuera la primera vez que se contaran. Quiero decir que, aunque sepamos bien en qué nos hemos metido, aunque tengamos claro que la última escena será un beso, los grandes clásicos del género (piensen en El apartamento, Annie Hall o La chica del adiós) nos han demostrado que las comedias románticas también pueden ser buenas películas. Y Se busca pareja, definitivamente, no lo es. Poco tiene de romántica: la historia de amor que promete resulta ser, en verdad, una mirada superficial a la soledad de estos tiempos. Poco tiene de cine: podríamos verla en video sin que nada se perdiera, no hay encuadres dicientes ni movimientos de cámara expresivos en sus secuencias televisivas.
Se salva, decíamos, porque bajamos la guardia, porque hacemos lo posible para identificarnos con los momentos absurdos que debe vivir la pareja protagonista en la búsqueda del amor y porque el buen trabajo de su elenco nos ayuda a olvidar la pobreza del material. Diane Lane es una gran actriz. Y John Cusack un gran actor que, desde los años ochenta hasta hoy, con el paso de 48 largometrajes, ha logrado crear un personaje que comienza a hacernos falta cuando lleva mucho tiempo sin aparecer. Y aunque en ningún momento parecen hacer parte de la misma película (lo que significa, en otras palabras, que no hay química entre ellos), verlos desplegar sus carismas en la pantalla, al lado de intérpretes como Christopher Plummer y Stockard Channing, es un verdadero placer culposo. Como lo son, por malas que sean, todas las comedias románticas.