De confesiones y cosas peores

Calificación: **1/2. Título original: Miffo. Año de producción: 2003. Dirección: Daniel Lind Lagerlöf. Guión: Malin Lind Lagerlöf. Actores: Jonas Karlsson, Livia Millhagen, Ingvar Hirdwall, Kajsa Ernst, Liv Mjönes, Fÿr Thorvald Strömberg, Isa Aouifia, Carina Boberg.

Una comedia romántica sueca es una comedia romántica gringa en la que todos los personajes contemplan la posibilidad de suicidarse: esa es la gran conclusión a la que llegarán los más serios analistas cuando se encuentren ante De confesiones y cosas peores, una historia de amor protagonizada por un sacerdote de clase alta llamado Tobías (vale la pena recordar que los ministros luteranos pueden casarse si consiguen que alguien quiera casarse con ellos) y una astuta mujer en silla de ruedas que responde al nombre de Carola. Repito: los dos enamorados que se encuentran, se desencuentran y después se vuelven a encontrar en esta parábola inofensiva, son un cura elitista que para demostrar su tolerancia se ha ido a trabajar a un barrio pobre sueco (la aclaración es importante: los barrios pobres colombianos no son tan elegantes) y una parapléjica sagaz que vive gracias a un novio torpe, una madre alcoholizada y un padrastro que se pasa los días haciendo chistes malos.

Desde la emocionante Harold and Maude (1971), en donde un suicida profesional de veintitantos se enamora de una señora optimista que va a cumplir ochenta años, no se veía en el cine una pareja tan extraña: eso es lo mejor de este largometraje. Lo que lo hace menos conmovedor, menos cómico y menos romántico es su antipático protagonista: un párroco inconsolable, pusilánime y clasista que no tiene nada qué decirle a sus feligreses, no se atreve a aceptar sentimientos que nadie le está censurando y no consigue ser gracioso ni conmovedor en medio de su infinita torpeza.