Descubriendo el país de nunca jamás

Calificación: ***. Título original: Finding Neverland. Año de producción: 2004. Dirección: Marc Forster. Guión: David Magee, basado en la obra de teatro de Allan Knee. Actores: Johnny Depp, Kate Winslet, Julie Christie, Nick Roud, Radha Mitchell, Joe Prospero, Freddie Highmore, Dustin Hoffman, Luke Spill, Kelly Macdonald.   

Uno se siente cómodo mientras ve Descubriendo el país de nunca jamás porque le parece estar viendo otro de esos pequeños dramas chantajistas sobre la pérdida, la redención y la bondad, que los papás suelen recomendarles a los hijos insensibles. Su puesta en escena es ingeniosa (los actores convencen, los escenarios trasladan a los jardines de Londres, la música recuerda qué debemos sentir en cada escena), pero es aquella sensación de "haberla visto antes en alguna parte" lo que nos pone del lado de esta producción nominada al premio Óscar. Estamos frente a una ficción vagamente inspirada en la penosa vida del escritor escocés James Barrie ("vagamente", digo, porque usa a Barrie para hablar de la imaginación como Amadeus usó a Mozart para hablar de los dones), somos testigos, paso por paso, de cómo un personaje extravagante escribe una obra de teatro titulada Peter Pan con la esperanza de darle paz a una familia sin padre, pero nos sentimos cómodos porque no es la primera vez que alguien nos cuenta esa historia, la historia de un ángel en la tierra que le devuelve la fe a un grupo de almas perdidas.

Sólo un espectador de piedra puede ver Descubriendo el país de nunca jamás sin conmoverse. Pero eso no quiere decir, en ningún momento, que se trate de una gran película. ¿Por qué? Porque no corre ningún riesgo: sus pasiones oscuras son para todos los públicos, sus conflictos se resuelven sin traumas y su personaje principal no es un hombre infantil, temeroso, atormentado, sino un Mary Poppins listo a quedarse para siempre.