Calificación: **1/2. Título original: Flightplan. Año de producción: 2005. Dirección: Robert Schwentke. Guión: Peter A. Dowling y Billy Ray. Actores: Jodie Foster, Peter Sarsgaard, Sean Bean, Kate Beahan, Erika Christensen, Marlene Lawston.
El problema de las películas que parten de premisas enigmáticas (la de Plan de vuelo es un buen ejemplo: una viuda en duelo pierde a su hija en un gigantesco avión que cruza el océano) es que resulta difícil resolverlas sin hacer el ridículo. Sus finales convencionales no suelen estar a la altura de sus comienzos sugerentes. Sus únicas respuestas tienden a no ser dignas de las preguntas que en un principio las hacían inquietantes. En el caso de esta producción, una entretenida obra de suspenso que poco nos permite respirar, los interrogantes eran tan alarmantes, tan perturbadores, que sólo un giro genial la habría salvado de la tontería. ¿Cómo es posible que una niña se extravíe en un aeroplano?, ¿ha sido secuestrada para pedir dinero a cambio?, ¿la tripulación está involucrada en su desaparición?, ¿mienten los pasajeros cuando aseguran que jamás la vieron abordo?, ¿está ocurriendo todo en la cabeza de su madre?: sólo un gran largometraje podría haber llegado, frente a estas dudas, a una conclusión que nos dejara sin aire.
Y Plan de vuelo, con su trama prestada de una gran película de Alfred Hitchcock titulada Alarma en el expreso, es simplemente una aceptable forma de pasar la tarde del sábado. Los encuadres misteriosos le dan una curiosa atmósfera de obra importante. La extraordinaria actuación de Jodie Foster –en un papel prácticamente idéntico al de La habitación del pánico- la hace parecer mucho mejor de lo que es. Pero no es más que un espectáculo, no el más convincente ni el mejor, en un inmenso parque de diversiones