Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el ropero

Calificación: ***. Título original: The Narnia Chronicles: the Lion, the Witch and the Wardrobe. Año de producción: 2005. Dirección: Andrew Adamson. Guión: Ann Peacock, Andrew Adamson, Christopher Markus y Stephen McFeely, basado en el libro de C.S. Lewis. Actores: Georgie Henley, Skandar Keynes, William Moseley, Anna Popplewell, Tilda Swinton, James McAvoy, Jim Broadbent, Liam Nelson.  

La película no tiene la culpa de nada, la película hace todo lo que puede. Cuando sus escenas funcionan, funcionan de verdad. El problema –si queremos saber por qué sentimos cierta incomodidad frente a este largometraje decoroso- es que no es lo mismo leer un libro fantástico que ver su adaptación en la pantalla. Y que en este caso, el de Las crónicas de Narnia que el gran C. S. Lewis escribió hace más de sesenta años, era prácticamente imposible poner en escena (hacer ver) todos esos personajes, esos mundos, esas mitologías que se cruzan en las páginas, sin desconcertar al espectador en los momentos cumbres del relato.

Todo comienza bien. La cuidadosa reconstrucción del Londres de la segunda guerra mundial, el tormentoso viaje de los cuatro hermanos Pevensie desde los refugios subterráneos hasta el ropero mágico que se anuncia en el título de la producción, la llegada maravillosa a la tierra nevada de Narnia: todo funciona tal como nos lo imaginábamos mientras leíamos el estupendo texto original. Y entonces, claro, los héroes comienzan a enfrentarse a faunos, monstruos, castores, brujas, lobos con acento norteamericano. Y nuestra imaginación (puede que les ocurra lo mismo a quienes no han leído los volúmenes de Lewis) vivirá algunas decepciones (por ejemplo: papá Noel parece salido de una película vecina) de las que sólo se repondrá ante la energía con la que los realizadores han llevado a cabo cada una de las secuencias.

Los niños disfrutarán Las crónicas de Narnia. Se irán a la casa con ganas de ver más. Pero sólo verán más si regresan a los libros.