2046

Calificación: ***. Título original: 2046. Año de producción: 2004. Guión y Dirección: Won Kar-Wai. Actores: Tony Leung, Ziyi Zhang, Maggie Cheung, Li Gong, Takuya Kimura, Faye Wong, Chen Chang. 

La nostalgia paraliza a los personajes que viven en el mundo del cineasta Won Kar-Wai. El sufrimiento que les causan las oportunidades perdidas, el desconsuelo en que terminan por cuenta de esos romances vividos a destiempo, los convierten en fantasmas atrapados en un presente en el que sólo parece posible esperar un futuro que sea idéntico al pasado. Puede servirnos de ejemplo, para no perdernos en las palabras, el protagonista de sus dos películas más recientes: el señor Chow Mo Wan, escritor melancólico que en 2046 trata de reponerse de lo vivido en Deseando amar, está condenado a escapar de todas las mujeres que le inspiren los mismos sentimientos que alguna vez le inspiró aquella Su Li Zhen que tuvo que irse (se resistía a caer en el lugar común del adulterio) para seguir siendo el amor de su vida.

No importa que no nos guste su estilo: Won Kar-Wai, como los grandes maestros del cine, nos ha enseñado a observar la realidad a su manera, nos ha dado el adjetivo que nos hacía falta cuando vivíamos ciertas experiencias sin tener sus largometrajes a la mano. Podría decirse, si se buscara una definición de su estilo, que no filma las escenas que vemos con los ojos, sino las secuencias que editamos con la memoria.

La arriesgada 2046, que le debe su título al número de una habitación de hotel, es una digna adición a una hoja de vida inmejorable, pero lleva al extremo, al manierismo, a una voz cinematográfica que ya era algo manierista. No se contenta con seguir al señor Chow en sus aventuras amorosas, no, se pone en la tarea de recrear el aparatoso cuento futurista que éste escribe sobre una ciudad patrocinada por LG (creo que desde Náufrago, esa emotiva apología de la eficiencia de FedEx, no se veía en el cine una campaña publicitaria tan descarada) a la que van a parar todos los recuerdos. Y en el proceso se pierde en encuadres –lentas caminatas, giros de humo, encuentros inesperados- que, no obstante capturan milagrosamente el dolor que se siente cuando se está lejos, le hacen imposible al espectador pensar en algo diferente a "estoy viendo una película de Won Kar-Wai".

Sería tonto criticar al director de Días salvajes, Chungking Express y Felices juntos por parecerse a sí mismo. No está de más, sin embargo, advertir que 2046 no da siempre en el blanco, que sus imágenes de ciencia ficción, por ejemplo, nunca logran parecer algo más que un capricho. Solamente una teoría de fiel seguidor, sacada de la manga, podría llevarnos a pensar que este buen relato es en verdad otra genialidad de aquellas. Y es la siguiente: al hacernos sentir nostalgia por Deseando amar, a fuerza de recrear en 2046 sus atmósferas sugerentes y sus amores melancólicos, el gran Won Kar-Wai estaría convirtiéndonos en personajes suyos. Ese propósito lo justificaría todo, sí. Pero este es, claro, un triste caso de lo que llaman "pensar con el deseo".