Calificación: ***. Título original: Peter Pan. Año de producción: 2003. Dirección: P. J. Hogan. Guión: P.J. Hogan y Michael Goldenberg, basado en la obra de teatro de J.M. Barrie. Actores: Jeremy Sumpter, Rachel Hurd-Wood, Jason Isaacs, Lynn Redgrave, Richard Briers, Olivia Williams, Geoffrey Palmer, Harry Newell, Freddie Popplewell, Ludivine Sagnier.
La noche del estreno de Peter Pan, el niño que no quiso crecer, la sexta obra de teatro escrita por el escocés James Barrie, el público asistente, una suma de caras con las bocas abiertas, se vio enfrentado a una petición insólita. Peter Pan, el personaje en persona, se les acercó más de la cuenta. Les contó que la celosa hada Campanita, su mejor amiga, iba a morir porque la gente ya no creía en seres como ella. Y les rogó, mientras se quedaba sin aliento, que dieran un aplauso si de verdad creían en las hadas. Era la única forma, dijo, de traer a su ayudante de vuelta a la vida. Fue hace cien años. En 1904. Los espectadores se miraron extrañados, porque jamás habían tenido que definir la suerte de ningún hombre de ficción, pero más temprano que tarde cedieron a la mirada fija del protagonista del drama. Aplaudieron, como si de fe o de religiones se tratara, hasta que salvaron a su compañera de aventuras. Y Barrie, que tenía cara de niño a los 44 años, pudo respirar tranquilo.
Las puestas en escena del clásico se han sucedido al infinito desde aquella primera noche. Los montajes para la televisión (en los que el papel principal ha sido interpretado por actrices como Mary Martin, Mia Farrow y Cathy Rigby) y las curiosas series de dibujos animados –brasileras, rusas, japonesas- han llevado la narración de una generación a la otra. La primera versión cinematográfica, una conmovedora película muda dirigida por el irlandés Hernert Brenon en 1924, consigue escenas irrepetibles. La de Steven Spielberg, Hook, que fracasa en su intento de reinventar el mito, le ha dejado al cine el momento inigualable en el que uno de los niños perdidos descubre la cara de Peter Pan detrás de los gestos de un hombre adulto. La de Walt Disney, hasta hoy "la versión definitiva" del relato, contiene el sentido del humor y el espíritu de la historia. Pero quizás sea esta nueva adaptación, realizada por el australiano P. J. Hogan, la que menos le ha temido a la tristeza y la ironía que se puede intuir en el fondo del relato original. Puede que sea, incluso, la primera que se atreve a no entregarle el papel protagónico a una mujer.
Cuenta, una vez más, el paso de los tres hijos de la familia Darling, Wendy, John y Michael, por el inagotable País de Nunca Jamás. Los sigue, de nuevo, mientras vuelan sobre Londres detrás del niño que se negó a ser un adulto, al tiempo que sospechan el final de una edad en la que la realidad no se parece a los bancos, cuando descubren ese nuevo mundo de aborígenes, sirenas y piratas. Se trata, en resumen, de un largometraje que nos da nuevas luces sobre unos personajes que conocemos de memoria. Le abrirá paso, no cabe duda, a formas más arriesgadas de contar la anécdota de siempre. Podría ser menos esquemática, por supuesto, pero si nos pidiera que aplaudiéramos, lo haríamos.