Padre soltero

Calificación: **. Título original: Jersey Girl. Año de producción: 2004. Guión y Dirección: Kevin Smith. Actores: Ben Affleck, Liv Tyler, George Carlin, Raquel Castro, Jason Biggs, Jennifer Lopez, Stephen Root, Mike Starr, Will Smith.  

Es la comedia en la que Ben Affleck, un actor en vías de desarrollo que de pronto se vio forzado a ser una aburrida estrella de cine, vuelve a los papeles que menos mal le sientan. Es el largometraje en el que la desprestigiada Jennifer López (es triste: si uno ve Sangre y vino recuerda que era posible quererla) muere cuando aún no han pasado los primeros diez minutos. Y sin embargo, para ciertos fanáticos que andan sueltos por ahí, sólo puede ser definida como la primera película de madurez del norteamericano Kevin Smith. No, no es fácil entender por qué Smith, un director divertido pero más bien televisivo, autor de seis comedias desiguales, mucho mejor cinéfilo que cineasta, tiene tantos seguidores en su país (bueno, sí, en su país es fácil tenerlos: Ben Affleck los tuvo, Jennifer López los tiene), pero lo más probable es que los jóvenes que tanto admiran sus parodias de los 90 se sientan identificados con las escenas desenfadadas, los diálogos astutos y los personajes sin futuro que saltan de una historia a la siguiente.

Sea como fuere, Kevin Smith no ha querido quedarse atrapado en la irreverencia de Clerks o la adolescencia de Chasing Amy. Kevin Smith ha madurado. Pero la madurez parece ser, en su caso, caer en una sensiblería que ni siquiera da en el blanco y ceder a todos los lugares comunes que uno pueda imaginar: Padre soltero, la típica historia del yuppie que aún no ha entendido que ser exitoso es tener tiempo para una familia, nos demuestra que el artista que se empeña en ser joven tarde o temprano se vuelve un viejo como todos.

Pacto de justicia

Calificación: ***1/2. Título original: Open Range. Año de producción: 2003. Dirección: Kevin Costner. Guión: Craig Storper, basado en The Open Range Men de Lauran Paine. Actores: Robert Duvall, Kevin Costner, Annette Bening, Michael Gambon, Michael Jeter, Diego Luna, James Russo, Abraham Benrubi, Dean McDermott. 

El triste Charley Waite, pecador honorable, pronuncia las palabras "nunca he tenido problemas para matar a nadie" cuando su jefe, Boss Spearman, le pregunta si está dispuesto a defender a muerte el ganado que conducen, desde hace unos diez años, por las praderas desmedidas del oeste americano. Denton Baxter, señor absoluto del pueblo al que acaban de llegar, ha ordenado que se extermine de un golpe el mal ejemplo de esos vaqueros nómadas. Es 1882. El país comienza a modernizarse. Y los hombres como ellos, que se han acostumbrado a una vida en los espacios abiertos, parecen una especie en vías de extinción. Lo que significa: la tercera obra del director Kevin Costner, la admirable Pacto de justicia, al tiempo respeta y subvierte las convenciones de uno de los grandes géneros creados por el cine norteamericano (Thomas Edison filmó la primera película de vaqueros, Cripple Creek Barroom, en 1898)

Es probable que Los imperdonables, Danza con Lobos, Silverado y esta, Pacto de justicia, sean, en ese orden, los mejores largometrajes del oeste de los últimos veinte años. Porque no pierden de vista la tradición a la que pertenecen –insisten en poner sentencias inolvidables en boca de hombres de pocas palabras, se dejan llevar por cinematografías extraordinarias y por bandas sonoras solemnes, cuentan la historia de una pequeña revolución en un mundo sin ley- y porque al tiempo no se empeñan en narrar vidas ejemplares y se atreven a exponer a sus protagonistas, hombres melancólicos en el borde del desencanto, a situaciones en las que el bien y el mal parecen ser un mismo gesto. Son cuatro producciones, en fin, que vale la pena buscar en los alquileres de video. Dos, las dos primeras, ganaron el premio Óscar a la mejor película. En las tres últimas se encuentra involucrado, como actor o director, el californiano Kevin Costner.

Sí, puede decirse que Costner ha participado, como cualquier estrella americana, en varios proyectos mediocres (si uno se quiere suicidar, por ejemplo, conviene ver El misterio de la libélula), pero sería ridículo negar que sus interpretaciones contenidas le han dado forma a trabajos tan interesantes como Los intocables, JFK o Un mundo perfecto. Y sería tonto decir, después de ver las imágenes épicas de Danza con lobos, que estamos ante un cineasta que no sabe lo que hace. Pacto de justicia no es una obra maestra, no, pero se toma su tiempo para contar bien una aventura, se acerca a la violencia como a una tragedia humana, confía ciegamente en sus personajes definidos, sus encuadres asombrosos y sus diálogos precisos ("varios hombres van a ser asesinados hoy, Sue, y yo voy a matarlos") y logra estremecernos sin recurrir a los efectismos de moda ni a los montajes enloquecidos de las superproducciones de estos tiempos. Es, a estas alturas de la historia del cine americano, toda una declaración de principios.