Calificación: ***. Título original: No man's land. Año de producción: 2001. Guión yDirección: Danis Tanovic. Actores: Branko Djuric, Rene Bitorajac, Filip Sovagovic, Georges Siatidis, Serge-Henri Valcke.
Es triste. Las películas de guerra vuelven a cartelera, una y otra vez, porque siempre resultan relevantes. Porque aún hoy, cuando conocemos de memoria los resultados de las peores confrontaciones de la historia, sus escenas nos advierten sobre el sin sentido de los combates y nos recuerdan que los líderes del mundo, de cualquier organización política del mundo, son capaces de convencerse a sí mismos de que los soldados son sólo extras en una superproducción llena de efectos especiales, seres abstractos sin nombres ni apellidos ni familias. Tierra de nadie, el primer largometraje del bosnio Danis Tanovic, nos invita al terrible campo de batalla en el que, en 1993, se convirtió la antigua Yugoslavia. Nos lleva a una extraña intersección, un territorio vacío en medio de las trincheras, en donde dos combatientes de los bandos opuestos, el bosnio Chiki y el serbio Nino, son abandonados a su suerte.
He ahí, en esa especie de limbo, a dos hombres que hablan el mismo idioma, comen la misma comida y conocen los mismos paisajes, pero que ahora pertenecen a dos países distintos y tarde o temprano tendrán que matarse. Una escena, en particular, puede servirnos para comprender del todo el absurdo de la situación: Chiki descubre que Nino es de Banja Luka, al noroeste de Sarajevo, por el acento con el que habla; le cuenta, entonces, que él tuvo una novia voluptuosa, Sanja, que nació en aquella ciudad; y después de responderle "sí" a las preguntas "¿era rubia?", "¿era alta?" y "¿tenía un lunar?" se da cuenta de que su enemigo la conoce. Sí, se trata de la misma mujer. "Sonja Cengic", dice Nino: "fuimos al mismo colegio". Y él, Chiki, cuando pregunta "¿qué ha sido de ella?" y se entera de que "se fue del país", sólo atina a encogerse de hombros y a responder "no, no la culpo".
La idea es, claro, que esa guerra al final se convertirá en uno o dos párrafos en los libros de historia universal, pero mientras tanto le costará la humanidad a un par de tipos comunes y corrientes que quizás, en otras circunstancias, podrían haber sido buenos amigos. Así, dándonos pequeños detalles de las vidas de los dos involucrados, Danis Tanovic, el director, que hace poco presentó un cortometraje titulado Bosnia-Herzegovina dentro de aquel curioso proyecto sobre el 11 de septiembre, consigue involucrarnos en aquel drama sin pies ni cabeza. Tierra de nadie es también una sátira, sí, y como sátira muchas veces pierde de vista a sus personajes y cae en chistes más bien fáciles, pero nos tiene casi siempre de su lado porque regresa a tiempo a los gestos desesperados de los dos protagonistas.
La última imagen, quizás, sea el resumen de todo el relato. Nos dice, al parecer, que la guerra produce hombres completamente solos. Sólo por esa cámara que al final se eleva, para dejarnos llenos de preguntas, vale la pena ver esta película.