Calificación: **. Título original: The Matrix Revolutions. Año de producción: 2003. Guión y Dirección: Andy Wachowski y Larry Wachowski. Actores: Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Carrie-Ann Moss, Hugo Weaving, Jada Pinkett Smith, Monica Bellucci.
Y el final de la trilogía, con sus explosiones hechas por computador y sus máximas de libro de bolsillo, parece una parodia del comienzo. En la primera parte, The Matrix, se nos habla del misterio de la realidad que habitamos –que es, según las tres películas, un mundo virtual que tomamos como algo seguro- por medio del accidentado viaje de un héroe inexpresivo, Neo, desde que deja su cómodo lugar en la cotidianidad de los hombres hasta que se entera de que puede de ser el elegido para devolverle la tierra a la humanidad. En la segunda, Matrix recargado, se nos recuerdan los alcances de nuestras voluntades gracias a la búsqueda de un semidiós, el propio Neo, que contempla la posibilidad de ser un simple error en un programa de computación diseñado por un ser superior. Y en la tercera, Matrix revoluciones, se nos sugiere que gravitamos sobre el destino mientras, en la trama, las máquinas hacen lo que pueden para invadir la última ciudad de carne y hueso, pero las artes marciales en cámara lenta, los tiroteos coreografiados y las batallas sangrientas de siempre no nos dejan llenos de preguntas sino que acaban a la fuerza con los interrogantes.
Quedan, de estos tres largometrajes, una serie de mitos disfrazados con trajes de nuestro tiempo y cierto amaneramiento a la hora de filmar el espectáculo de la violencia. Sí, a los fanáticos –que son, sin duda, afortunados- les deja una estética, una religión, una forma de vida que pueden alquilar en cualquier tienda de videos. Y las ruinas de un mundo en el que es mejor no atrapar balas en el aire ni intentar triples saltos mortales.