Los tramposos

Calificación: ***1/2. Título original: Matchstick Men. Año de producción: 2003. Dirección: Ridley Scott. Guión: Nicholas Griffin y Ted Griffin, basado en la novela de Eric Garcia Actores: Nicolas Cage, Sam Rockwell, Alison Lohman, Bruce Altman, Bruce McGill.

Se siente una extraña felicidad mientras se ve Los tramposos. Las pequeñas obsesiones del personaje principal, un timador profesional llamado Roy Waller, vencen nuestras defensas desde las escenas del comienzo: su divertido drama, entre la espada de una gigantesca estafa que su socio acaba de proponerle, y la pared de la aparición de una hija adolescente que su primera esposa jamás quiso presentarle, lo han llevado al consultorio de un psiquiatra comprensivo y le han hecho indispensable, más que nunca, el consumo de ciertas pastillas rosadas para los nervios. Nosotros, como público, nos sentimos felices. Porque ¿qué tipo de ser humano podría ser insensible a un tramposo de oficio, de esos que sólo le quitan el dinero a despreciables individuos de ficción, cuando al mismo tiempo se trata de un triste padre en apuros?, ¿qué clase de persona se atrevería a ser indiferente a la música de Hans Zimmer, a la excelente actuación de Nicolas Cage, a las imágenes fascinantes del cineasta Ridley Scott?

Si tuviéramos que definir la carrera de Scott, un publicista inglés que se encuentra a punto de cumplir los 66 años y que con el tiempo se ha convertido en uno de los realizadores más poderosos del mundo, tendríamos que decir que se trata de una suma de películas sumamente comerciales, sin angustias ni temas de fondo en común, que han sido filmadas como si fueran obras de arte imprescindibles. ¿Qué otras similitudes, aparte del buen pulso narrativo y de la extrema calidad de sus imágenes, podrían encontrarse entre trabajos tan brillantes como Los duelistas, Blade Runner y Thelma y Louise, superproducciones tan exitosas como Gladiador, Alien y La caída del halcón negro, y salidas en falso tan desconcertantes como G.I. Jane, Hannibal y Tormenta? ¿Puede decirse que Los tramposos, una comedia triste que en verdad se centra en los conflictos invisibles de un tipo en crisis, es algo diferente a un buen guión filmado con una precisión que sólo se consigue después de cuarenta años de labores?  

Quizás valga la pena advertir que quien ve este largometraje con las defensas abajo se expone a salir del teatro lleno de ira. Tal vez sea importante informar que, cuando se recupere la calma, se hará evidente que estábamos advertidos desde el principio: las estupendas actuaciones de Sam Rockwell y de Alison Lohman, que sostienen los excesos de Nicolas Cage –es cierto: desde El ladrón de orquídeas han vuelto a salirle bien-, y los diálogos cargados de ironía, adaptados por los hermanos Ted y Nicholas Griffin de una novela escrita por el norteamericano Eric García, consiguen abrirle paso a un juego llevado a cabo con un gran sentido del humor, a un chantaje emocional lleno de suspenso y a una aventura que nos recuerda las emociones que debería producirnos siempre el buen cine comercial. Es importante recordar, pues, que se trata del engaño que nos merecemos.