La hija del caníbal

Calificación: **1/2. Título original: La hija del caníbal. Año de producción: 2003. Guión y Dirección: Antonio Serrano. Basada en la novela de Rosa Montero. Actores: Cecilia Roth, Carlos Álvarez-Novoa, Kuno Becker, Socorro de la Campa, Itatí Cantoral, Javier Díaz Dueñas.

Una película basada en un libro es, en últimas, una película como cualquiera. Sí, es inevitable establecer comparaciones entre el texto y su puesta en escena, e inevitable sentir la tentación de lanzar frases como "la novela es mucho mejor" o "este personaje no era tan estúpido", pero no debe ser necesario conocer el material de base –aún más: se debería olvidar por completo- para disfrutar la historia que se tiene en la pantalla de enfrente. Sobre La hija del caníbal habría que decir, por ejemplo, que es una comedia con buenos personajes, buenas actuaciones y buenas secuencias que se convierte, a la larga, en un lamentable drama sin pies ni cabeza. Estaría bien agregar que se trata de una especie de aventura de superación femenina que, a fuerza de girar y girar sobre sí misma, al final no consigue involucrarnos.  

Alfred Hitchcock decía que, aunque era imposible adaptar una gran obra literaria (porque esa historia, por definición, ya ha encontrado su lenguaje), podía filmarse una película estupenda a partir de una novela de segunda. Todo parece indicar, pues, que La hija del caníbal es un libro que vale la pena: porque el largometraje que ha filmado Antonio Serrano, el talentoso director de Sexo, pudor y lágrimas, es una suma de oportunidades perdidas, una "película de carretera" que todo el tiempo regresa a un apartamento, un relato lleno de ideas y de ironías que jamás logra concentrarse en los horrores de su única anécdota: la de Lucía, una escritora de cuentos infantiles que ha perdido de vista a su esposo de toda la vida en un aeropuerto y que, después de recibir una llamada de sus secuestradores, ha emprendido su búsqueda con la ayuda de un anciano español y un adolescente mexicano, pero, quizás porque es ella quien debe ser "liberada" ("cuando se lo llevaron a él descubrió que la secuestrada era ella", dicen los carteles de promoción), aquella desaparición parece ser lo de menos.    

No, La hija del caníbal no es una tontería: Serrano, el realizador, que estuvo en Bogotá la semana antepasada para presentar la producción, trabajó durante varios años en el teatro y en la televisión y sabe bien cómo conseguir personajes que nos identifiquen; Cecilia Roth, la actriz principal, que suele darle sentido a las películas de Pedro Almodóvar, conoce de memoria su papel de "atractiva mujer madura", y sus dos compañeros de elenco, el viejo Carlos Álvarez-Novoa y el joven Kuno Becker, también hacen lo que pueden para darle vida a unos personajes que ocurren en la cabeza de la protagonista; algunas secuencias, como la visita al mafioso o el viaje hasta el banco, no podrían ser mejores. El problema comienza cuando las frases célebres se toman la narración ("y a ti, ¿a qué te sabe tu vida?") y el drama intermitente intenta conducirnos a un clímax que, a fuerza de juegos y de conflictos resueltos sin convicción, nos tiene absolutamente sin cuidado.