La estafa maestra

Calificación: ***. Título original: The Italian Job. Año de producción: 2003. Dirección: F. Gary Gray. Guión: Donna Powers y Wayne Powers, basado en el guión de 1969 de Troy Kennedy-Martin. Actores: Mark Wahlberg, Edward Norton, Charlize Theron, Seth Green, Jason Statham, Mos Def, Donald Sutherland.          

Es una buena película de robos. Que no parece ser, en ningún momento, algo fácil de conseguir. Si la vemos con cuidado, descubriremos que logra cumplir con tres requisitos principales: nos convence de las buenas intenciones de un extraordinario equipo de ladrones, nos pone al tanto de los riesgos que implica la estafa por venir y nos sorprende por el camino con estupendas escenas de suspenso. Se inspira en The Italian Job, una comedia de 1969 protagonizada por Michael Caine y Noel Coward, y sin duda trata de atesorar el éxito que La gran estafa, de Steven Soderbergh, alcanzó en casi todos los países del mundo, pero al final es su vitalidad inigualable lo que convence de sus logros a cualquiera y su melodrama de fondo –La estafa maestra es, en verdad, la historia de una venganza- lo que consigue involucrarnos en el relato desde el principio hasta el final.

Comienza en Venecia. Seis timadores con las mejores hojas de vida, comandados por un amable hampón llamado Charlie Croker, emprenden el peligrosísimo robo de 35 millones de dólares en lingotes de oro. Y unas horas más tarde, cuando la operación termina, descubren que han sido traicionados por un miembro del grupo. Tendrán que usar sus vocaciones y sus talentos, entonces, para poner las cosas en orden: Lyle, que jura por Dios haberse inventado esos programas para encontrar música en Internet, prestará a la causa su asombroso manejo de los computadores; el "apuesto Rob", conductor digno de las mejores persecuciones del cine, guiará una cuadrilla de Mini Morris por las calles de Los Ángeles; el "media oreja", fanático de los explosivos desde que tiene memoria, destruirá todo lo que le pidan; y Stella Bridger, una experta en sistemas de seguridad con serios deseos de revancha, llenará los vacíos de la brigada con sus intuiciones de último momento. Así es: la calidad de los largometrajes de robos, en últimas, también depende del encanto de sus personajes.

Y depende, sin duda, del buen oficio del director. El de La estafa maestra, Félix Gary Gray, que nació en Highland Park, Illinois, en 1970, y comenzó su carrera con un par de ficciones sobre los guetos de Los Ángeles, se ha tomado muy en serio la aventura: no se ha limitado a rehacer una historia de antes sino que se ha lanzado a contarla desde su propia experiencia, no ha preferido los efectos especiales sobre las buenas interpretaciones de los actores –la de Edward Norton es, como siempre, estupenda- ni ha permitido que la ironía haga inverosímiles los conflictos entre los protagonistas. No, no se trata de un drama importante. No es nada más ni nada menos que un buen espectáculo. Pero no se nos debe olvidar, en este punto, que en el triste panorama del cine de Hollywood pocos se atreven a imaginar un público que no se conforme con cualquier cosa. Pocos, como Gray, se rehúsan a recibir nuestro dinero sin darnos nada a cambio.