Gosford Park

Calificación: ***1/2. Título original: Gosford Park. Año de producción: 2001. Dirección: Robert Altman. Guión: Julian Fellowes. Actores: Emily Watson, Derek Jacobi, Maggie Smith, Kristin Scott Thomas, Stephen Fry, Ryan Phillippe, Jeremy Northam, Helen Mirren, Michael Gambon, Richard E. Grant, Bob Balaban.

Quien entre a Gosford Park con la esperanza de ver una buena historia policíaca, sin duda saldrá decepcionado. El detective a cargo de la investigación, para no ir demasiado lejos, está a un paso de ser un idiota. Y los principales sospechosos de aquel asesinato que anuncian los afiches de promoción, un grupo de aristócratas británicos de comienzos de siglo pasado que viajan a todas partes con sus criados, en verdad se encuentran preocupados por conseguir el dinero necesario para mantener las delicadas apariencias que salvan del desastre a todos los miembros de su pequeña clase social. Lo que significa: si se quiere ser testigo de una sátira inteligente y contenida, lo mejor que puede hacerse es ir a cualquier sala de cine en donde estén presentando esta película. Ocurre en una mansión en las afueras de un Londres de otro tiempo, sí, pero podría haber pasado en cualquier ciudad de nuestros días.

El crimen, decíamos, es lo de menos. Lo importante es la manera como todos los personajes que se encuentran en esa mansión –desde los ilustres invitados de los dueños de casa hasta los sirvientes que miran sus vidas de reojo- se enfrentan a los terribles hechos de aquel fin de semana. Todos, los de arriba y los de abajo, han sido sometidos por una ridícula cadena alimenticia que los ha convertido en lacayos chismosos. No tienen vida propia. Cualquier cosa que pase, cualquier conversación, cualquier silencio, pone en duda el precario equilibrio de sus cotidianidades. Sí, eso es. Se trata de un mundo sin sentido que a nosotros, como espectadores, nos parece extrañamente conocido: un guión que se niega a cederle a la acción el territorio de los misterios minúsculos y un elenco fabuloso, conformado por los mejores actores ingleses del momento, nos convencen por completo del absurdo.

Robert Altman, el brillante director de Gosford Park, le ha dedicado la última parte de su carrera a documentar la vida dentro de los más cerrados grupos de personas. Su obra completa descubre que al interior de todos los círculos sociales se repiten los mismos pasos en falso, los mismos diálogos, las mismas mezquindades. En The Player entraba en el oscuro mundo de Hollywood y encontraba actores, guionistas y productores capaces de mandar a matar; en Prêt-à-porter hallaba diseñadores de moda, modelos y periodistas dispuestos a humillar a quien pasara por sus lados; en Short Cuts recreaba decenas de personajes de Raymond Carver para confirmarnos que no podemos huirle a lo humano: no debe extrañarnos que ahora haya sido capaz de filmar, en un poco más de dos horas, unas veinticinco biografías frustradas por una organización que parece imposible de superar.

Quien quiera reírse de la insensatez que nos mantiene unidos y se sienta cómodo frente a un suspenso que sólo se manifiesta en los diálogos, estará a salvo frente a esta comedia meditada.