Ricardo Silva Romero

Intuición femenina

Calificación: **. Título original: Crush. Año de producción: 2001. Guión y Dirección: John McKay. Actores: Andie MacDowell, Imelda Staunton, Anna Chancellor, Kenny Doughty, Bill Paterson, Caroline Holdaway, Josh Cole, Gary Powell.

Ocurre en un pequeño pueblo en Inglaterra. Tres amigas, Kate, Janine y Molly, se reúnen todas las semanas a tomar ginebra y a reírse de sus fracasos amorosos. Cada una cuenta lo más triste que le ha ocurrido durante los últimos días y después, entre las tres, deciden quién merece ganar el gran premio de la noche: la caja de chocolates a la cuarentona más frustrada. Cuando Kate, reputada directora de un colegio privado, emprende un escandaloso romance con Jed, uno de sus antiguos alumnos, Janine, amable jefe de policía que no pierde el tiempo en hombres irresponsables, no sabe si debe intervenir o no en la extraña situación de su amiga, y Molly, médica cínica que odia profundamente a sus tres ex esposos, reacciona como si se tratara de un ataque personal y se convierte en la más ferviente opositora de la relación.

Intuición femenina parece ser una divertida comedia inglesa al principio, pero después, hacia la mitad de las proyección, el autor de la obra, John McKay, nos cambia todas las reglas: los conflictos se vuelven patéticos, las escenas se quedan sin pies ni cabeza y las buenas actuaciones se transforman en apariciones sombrías. Para completar el panorama, el terrible drama en que desembocan las situaciones humorísticas del comienzo no parece (no podría) tener solución. O, si la tiene (si la tuviera), ninguna de las secuencias graves y solemnes que empiezan a sucederse parecen llevarnos a ella. Hay, eso sí, una clave para no odiar esta película. La clave es pensar que no es una historia de un romance sino la tres amigas egoístas. Y anotar esa frase en la boleta.

Intuición femenina

Intuición femenina parece ser una divertida comedia inglesa al principio, pero después, hacia la mitad de las proyección, el autor de la obra, John McKay, nos cambia todas las reglas: los conflictos se vuelven patéticos, las escenas se quedan sin pies ni cabeza y las buenas actuaciones se transforman en apariciones sombrías. Para completar el panorama, el terrible drama en que desembocan las situaciones humorísticas del comienzo no parece (no podría) tener solución. O, si la tiene (si la tuviera), ninguna de las secuencias graves y solemnes que empiezan a sucederse parecen llevarnos a ella. Hay, eso sí, una clave para no odiar esta película. La clave es pensar que no es la historia de un romance sino la tres amigas egoístas. Y anotar esa frase en la boleta.