Amor ciego

Calificación: **1/2. Título original: Shallow Hal. Año de producción: 2001. Guión y Dirección: Peter y Bobby Farrelly. Actores: Jack Black, Gwyneth Palthrow, Jason Alexander, Joe Viterelli, Rene Kirby.

Si apareciera hoy una enciclopedia del extraño mundo de los hermanos Farrelly, encontraríamos un jugador de bolos con una mano de caucho, un amish atontado que confunde el lavamanos con el inodoro, un vendedor de pizzas que se hace pasar por minusválido, un enano de raza negra experto en artes marciales, un hombre optimista que por un defecto en la columna debe caminar con las manos, un mejor amigo que tiene una característica que suele encontrarse en los perros y una gorda muy gorda que, si se tratara de bellezas interiores, sería la mujer más linda del mundo. O bueno: al menos sería idéntica a Gwyneth Palthrow.

Los últimos tres personajes aparecen en Amor ciego, la más reciente comedia de los dos hermanos, que es mucho menos negra de lo que podría ser y mucho menos divertida de lo que uno imagina. Comparada con Irene y yo y mi otro yo es, claro, una obra maestra, pero sí se siente, durante la proyección, que la fórmula –ser políticamente incorrectos, reírse de los marginados, reducirlo todo a lo escatológico- comienza a agotarse y que los Farrelly, que son más sensibles de lo que parecen, por fin se han dado cuenta.

Tanto, que Amor ciego, salvo por una de las escenas del final, podría ser una película de Disney: el superficial Hal Larson conoce a un hipnotizador que le ayuda a ver la belleza interior de las mujeres. Eso significa que a partir de ese momento una fea no volverá a ser, para Hal, una fea. Una barbuda con un lunar con pelos cerca de la nariz le parecerá, si es noble e inteligente, una supermodelo internacional. La moraleja, como se puede ver, es clara.