Calificación: ****. Título original: Minority Report. Año de producción: 2002. Dirección: Steven Spielberg. Guión: Scott Frank y Jon Cohen. Música: John Williams. Basado en un cuento de Philip K. Dick. Actores: Tom Cruise, Samantha Morton, Max Von Sydow, Colin Farrell, Kathryn Morris, Peter Stormare. DreamWorks y Fox.
Es, quizás, un nuevo clásico del cine. Tal vez una obra maestra. No sólo porque es una brillante parodia de la compleja narrativa policíaca sino porque tiene varias escenas de antología y resume, sin proponérselo, las obsesiones de Steven Spielberg. Sucede en el Washington del año 2054. Un infalible programa de prevención de crímenes ha erradicado los homicidios gracias a los poderes psíquicos de tres seres con los desórdenes genéticos de cualquier dios que se respete: se ha arrestado a más de mil personas, en los últimos seis años, bajo el cargo de "futuro asesinato".
Sentencia Previa parte, como cualquier historia del género negro, de las convenciones de la tragedia clásica: aquel oráculo hecho de tres voces anuncia que John Anderton, jefe de la División de Precrímenes, va a cometer un asesinato, y él, que ha perdido un hijo y una esposa y se ha dedicado a su trabajo como un sacerdote a su religión, se ve obligado a huir en un mundo que ha puesto ojos en todas las esquinas. Eso es: ese hombre honesto, que no ha podido superar una pérdida, va a obrar en contra de su conciencia. Y, como cualquier héroe trágico, prefiere ser ciego al respecto.
Cree, como los personajes de Hitchcock, que es el hombre equivocado. Y se dedica a investigar quién está detrás de las desgracias. Y entonces, mientras enfrenta los obstáculos de su pesadilla, Spielberg se dedica a hacer pies de página al cine policiaco: parte del ojo abierto, las tijeras clavadas en la espalda y los anteojos en el suelo de las películas de Hitchcock; reconstruye la escena en la ensambladora de carros que quiso filmar el maestro del suspenso; nombra a sus tres videntes Ágatha, Dashiell y Arthur en honor a aquellos escritores del género; repite personajes y torturas de La naranja mecánica.
Y eso no es todo. Sentencia Previa es una tragedia y un relato para adivinar quién es el asesino, sí, pero también es una historia de ciencia ficción. Y esas narraciones, se sabe, sólo nos hablan del futuro para mostrarnos como somos y criticar nuestro presente. Y la idea de Spielberg es, de nuevo, que hemos sido condenados a fracasar en el intento de ser dioses. Eso nos dicen esos planos desde arriba. Que jamás solucionaremos los problemas humanos. Que la miseria, la soledad y la insatisfacción siempre serán nuestra marca de estilo.
Spielberg ha vuelto, pues, a las persecuciones irreflexivas, la muerte de la inocencia, la búsqueda de la fe, la arrogancia humana y esos finales demoledores que parecen felices. Y ha conseguido, de paso, algunas de las mejores imágenes de su carrera: bastará hablar de un Tom Cruise que entra al futuro como un director de orquesta, se esconde de horribles arañas eléctricas y persigue sus propios ojos por las escaleras. Sí, quizás se trate de un clásico. Si un clásico es un resumen, una antología, una parodia.