Calificación: **1/2. Título original: Changing Lanes. Año de producción: 2002. Dirección: Roger Mitchell. Guión: Chap Taylor y Michael Tolkin. Actores: Ben Affleck, Samuel L. Jackson, Sydney Pollack, William Hurt, Toni Collette, Amanda Peet.
Es mucho mejor de lo que parece. Presenta, para comenzar, a dos neoyorquinos que podemos comprender: el primero, Gavin Banek, un exitoso abogado a punto de quedarse sin principios, va tarde para el juicio más importante de toda su carrera; el segundo, Doyle Gipson, un vendedor de seguros que hace lo que puede para no caer en la tentación del alcohol, lleva unos minutos de retraso para una reunión en la que se definirá si es un buen padre para sus hijos; y, claro, porque las películas les conceden este tipo de oportunidades a sus hombres en crisis, Banek y Gipson se estrellarán, el uno con el otro, en una autopista, y a partir de ese momento descenderán a un infierno del que regresarán con algunas revelaciones, las peores posibles, sobre la naturaleza de los seres humanos y las líneas invisibles entre hacer lo necesario y hacer lo correcto.
Fuera de control nos deja sin aire desde el comienzo hasta el final. Nos devuelve la fe en el talento de Ben Affleck –que suele actuar mejor, parece, cuando sus personajes se encuentran en el borde de un ataque de nervios- y nos recuerda lo que puede hacer Samuel L. Jackson cuando se enfrenta a un material que de verdad vale la pena. Y no sólo eso: le da a Sydney Pollack la oportunidad de convertirse en un ser desalmado y maquiavélico y rescata, para el cine de Hollywood, la figura olvidada del estupendo William Hurt. Sí, se alarga porque no confía en que hayamos entendido su "mensaje" y se empeña en atar hasta el más mínimo cabo, pero, quizás porque esperábamos mucho menos, salimos con la sensación de no haber perdido el tiempo.