Hable con ella

Calificación: **1/2. Título original: Hable con ella. Año de producción: 2002. Guión yDirección: Pedro Almodóvar. Actores: Darío Grandinetti, Javier Cámara, Leonor Watling, Rosario Flores, Geraldine Chaplin, Elena Anaya, Fele Martínez.

El español Pedro Almodóvar filma historias inverosímiles llenas de personajes imposibles, pero casi todo el mundo, cuando las ve, sale del teatro con lágrimas en los ojos. Quizás porque él, Almodóvar, cree ciegamente en lo que narra. O porque, como los boleros que se resisten a morir, es capaz de tocar los nervios invisibles de los espectadores más sensibles y menos prejuiciosos. Incluso en los Estados Unidos, en donde el público se aburre ante las películas con arriesgadas estructuras dramáticas, Hable con ella ha recibido todos los elogios que uno podría imaginarse: Peter Travers, de Rolling Stone, la llamó "inevitable e inolvidable"; Elvis Mitchell, de The New York Times, le aseguró a sus lectores que no podrían sacarla de sus corazones; y Lisa Schwarzbaum, de Entertainment Weekly, la declaró "la última obra maestra de Pedro Almodóvar". El punto es, creo, que todo parece indicar que estoy equivocado.

Hable con ella es la historia de la amistad entre dos hombres que viven al mismo tiempo una situación difícil de soportar: las mujeres de las que están enamorados se encuentran en estado de coma. El primero de ellos, Marcos, un argentino que escribe guías de viaje y llora por casi todo, debe enfrentarse al silencio de una torera llamada Lidia –sí, eso es: Lidia- que acaba de sufrir un aparatoso accidente en una corrida. El segundo, Benigno, un enfermero que cuidó a su madre con un afecto que sólo Edipo podría superar, le dedica sus días a acompañar al cuerpo inanimado de una bailarina que responde al nombre de Alicia. Los dos se ven, por primera vez, en una presentación de la obra Café Müller, de la coreógrafa alemana Pina Bausch, y se harán buenos amigos, por supuesto, cuando el uno descubra que comprende el dolor del otro.

Y los dos, que en el mundo de la película no son desadaptados sino hombres que lamentan el silencio de todas las mujeres de sus vidas, serán nuestros guías en una serie de secuencias brillantes que siempre terminarán de forma patética –la película muda que recuerda el enfermero, titulada Amante menguante, es un buen ejemplo de genialidad barata-, pero sólo disfrutaremos del viaje si entendemos el patetismo de las situaciones y los giros de mitómano que sufre la historia como dos marcas de estilo de uno de los autores más importantes del cine de estos años. Quienes hayan captado la sensibilidad de Todo sobre mi madre, aun quienes alquilen los "clásicos" de Eliseo Subiela y sientan que las películas de Julio Medem revelan los secretos del mundo, sentirán, cuando vean Hable con ella, que ahora pueden morir tranquilos.   

Los demás, los cinco o seis que quedemos, tomaremos el largo final de la historia como un obstáculo para volver a nuestra casa, miraremos el reloj cuando la trama se resista a la coherencia y recordaremos el refrán de los gustos y de los disgustos.