Calificación: ***. Título original: Spiderman. Año de producción: 2002. Dirección: Sam Reimi. Guión: David Koepp. Actores: Tobey McGuire, Kirsten Dunst, Willem Dafoe, James Franco, Cliff Robertson, Rosemary Harris.
La imagen de "El hombre araña" está completamente a salvo: esta adaptación del cómic publicado por Marvel, con "ve" pequeña, la editora responsable por las historias de los X Men y El hombre increíble, ha recaudado más de 400 millones de dólares en tres semanas y es, sin duda, una película divertida y emocionante. La convincente dirección de Sam Reimi, conocido en Colombia por Premonición y El plan, y el inteligente énfasis del guión en los orígenes y las complejas personalidades de los protagonistas, la convierten en una experiencia irresistible.
No se puede olvidar la actuación de los dos protagonistas: Tobey McGuire, especialista en interpretar jóvenes sensibles que se enfrentan a la frialdad del mundo, ha hecho de Peter Parker, la torpe identidad secreta del superhéroe, un tipo atormentado y conmovedor: sus personajes en Las reglas de la vida, La tormenta de hielo y Fin de semana de locos no parecían conducirlo al papel de un superhéroe vestido de rojo, capaz de trepar las paredes de los edificios y de lanzarse desde los rascacielos neoyorquinos como Tarzán lo hace desde los árboles, pero, viéndolo bien, lo entrenaron para transformarse en cualquiera. La excelente Kirsten Dunst, de Hermosa locura, interpreta a Mary Jane Watson, la vecina de la que Parker ha estado enamorado desde que tiene uso de razón, como a una "mujer en apuros" real e interesante.
Hay, sin embargo, dos elementos que producen vergüenza ajena: las escenas en las que el superhéroe salta de edificio en edificio, como un ser de PlayStation sin alma ni huesos en el cuerpo, son decepcionantes y le restan credibilidad a los dramáticos descubrimientos de Parker; y el villano, Norman Osborn, que pasa de ser un doctor Jeckyll atormentado a convertirse en un Mister Hyde llamado "el duende verde", no tiene un sentido del humor ni un mundo tan interesante como el de "El Guasón", "El Pingüino" o Lex Luthor. Parece, más bien, un muñeco de pilas hecho en Taiwán. Un estridente dibujo animado japonés.
No importa. El hombre araña, en su conjunto, está a la altura de la versión que Richard Donner filmó de Superman, la que Warren Beatty inventó a partir de Dick Tracy y las dos que Tim Burton hizo de Batman. No es un altura inalcanzable, es cierto, pero en los tiempos de las imágenes digitales resulta meritorio: las excelentes secuencias de acción y de suspenso, ese héroe confundido que en la búsqueda del amor ha encontrado la peor de las soledades, la decisión que el protagonista debe tomar en el clímax de la historia, el final inesperado y el beso al revés entre Mary Jane y "El hombre araña", que pasará a las antologías de los besos cinematográficos, explican de sobra su éxito en los teatros del mundo.
Que no decepcione, después de tanta publicidad y tanto dinero recaudado en la taquilla, es la mayor prueba de su encanto.