Calificación: ***. Título original: The Shipping News. Año de producción: 2001. Dirección: Lasse Hallström. Guión: Robert Nelson Jacobs. Actores: Kevin Spacey, Julianne Moore, Cate Blanchett, Judi Dench, Scott Glenn, Pete Postlethwaite.
Quoyle no tiene amor propio y le tiene miedo al agua. Está de acuerdo con todos los que lo consideran aburrido, inútil, invisible. Si su esposa, la extravagante Petal Bear, no falleciera en un penoso accidente automovilístico, y si su misteriosa tía, Agnis Hamm, no llegara a su puerta para darle el sospechoso pésame por la muerte de su padre, jamás habría tomado la decisión de escapar con Bunny, su pequeña hija, a Terranova, la región que sus ancestros dejaron plagada de fantasmas. Ahí "atará los cabos" de sus temores y se convertirá, por fin, en alguien. ¿En quién? Para eso hay que ver esta película.
Para eso y para ver los tics y las manías de los habitantes de Killick-Claw, el pueblo pescador al que llega Quoyle, que son insuperables. Para disfrutar las actuaciones de Kevin Spacey y Julianne Moore, e investigar, con el protagonista, el pasado de Wavey Prowse, una viuda que intenta abrirse paso en la vida con un gran secreto a su favor y un hijo que respiró tarde al nacer. Para quedarse sin palabras ante la imagen de esa familia arrastrando una casa gigantesca en la mitad del invierno. Sí, Atando cabos no es un largometraje imprescindible y no es del todo digno de su director, pero es sobre personas, soledades, redenciones, y tiene sentido del humor, y eso siempre es suficiente.
Parte de The Shipping News, la novela de Annie Proulx, y juega, como el texto, con los extraños nombres de sus personajes. Para inventárselos, Proulx abrió el directorio telefónico y los obituarios del periódico de Terranova y eligió los nombres que le parecieron más divertidos. Sólo uno, el del personaje principal, tiene un significado oculto: "Quoyle", dice la autora, "es el vocablo en inglés antiguo para rollo de cuerda". Y Atando cabos no parece, entonces, una traducción del título original sino una lúcida interpretación del material.
El director, Lasse Hallström, autor de Mi vida como un perro y Las reglas de la vida, viene de complacer a las audiencias del mundo con Chocolate, una película más bien tramposa que, aunque suene extraño, es, al final, el lamentable talón de Aquiles de Atando cabos: el mismo guionista de aquella fábula sobre la relación secreta entre el cacao y el amor, Robert Nelson Jacobs, se ha encargado de darle forma a esta historia de redención hasta convertirla en otra impecable producción preparada por Harvey y Bob Weinstein, fundadores de Miramax, para satisfacer los refinados gustos de los mercados internacionales.
No, no es grave. Esa necesidad de agradarle a todos los públicos, y de hacer feliz a toda costa a cada personaje, por fortuna no acaba con Atando cabos: el talento innegable de Hallström, la atmósfera absurda y misteriosa, aquellos seres llenos de particularidades y un elenco a prueba de guiones débiles y guiños comerciales, la hacen conmovedora y necesaria.