Calificación: ***. Título original: The Bourne Identity. Año de producción: 2002. Dirección: Doug Liman. Guión: Tony Gilroy y William Blake Herron. Actores: Matt Damon, Franka Potente, Chris Cooper, Julia Stiles, Brian Cox.
Los agentes secretos de las películas son los plomeros de la política: están ahí, debajo de todo, con sus costosísimos aparatos y sus sextos sentidos, garantizando la limpieza de los regímenes democráticos. Son tipos mucho más inteligentes, más ágiles, más fuertes que nosotros. Hacen el trabajo sucio con ingenio y dignidad. Están condenados a la soledad, sí, pero debe quedarles la satisfacción –como a los curas, los bomberos, los microbiólogos- de estar trabajando por el mundo. El problema de Jason Bourne, el agente secreto de Identidad desconocida, es que sufre de amnesia. Ya no le importa su oficio, su dinero, sus talentos: ahora solo quiere salvar su vida.
Unos marineros italianos lo rescataron, con dos balas clavadas en la espalda y el número de una cuenta bancaria incrustada en la cadera, y lo llevaron a puerto seguro. Y ahora está ahí, en una pequeña calle de Zurich, pidiéndole a Marie Kreutz, una mujer sin futuro, que lo lleve hasta París para aclarar el misterio de su identidad. Todo el mundo quiere matarlo. Y él, que entre sus pertenencias ha encontrado una dirección que queda en la capital de Francia, sólo quiere recordar por qué.
Identidad desconocida es una adaptación, para nuestros tiempos, de una novela escrita por Robert Ludlum durante la guerra fría. Los fanáticos de la verosimilitud sufrirán con las coincidencias absurdas, las grandilocuentes secuencias de acción y los poderes mágicos del protagonista, pero los seguidores del cine de espías, que aún recuerden las persecuciones de Contacto en Francia, se encontrarán con una película muy entretenida.