El crimen del padre Amaro

Calificación: **1/2. Título original: El crimen del padre Amaro. Año de producción: 2002. Dirección: Carlos Carrera. Guión: Vicente Leñero. Actores: Gael García Bernal, Ana Claudia Talancón, Sancho Gracia, Angélica Aragón, Damián Alcázar, Luisa Huertas.

Si El crimen del padre Amaro se centrara en su historia de amor, si no se dedicara a hacer una antología de curas desalmados, sería una gran película. El romance entre Amaro, el sacerdote joven, respetuoso e idealista, y Amelia, la catequista que ama a Dios sobre todas las cosas, podría habernos conducido a una tragedia memorable: la de dos seres educados bajo los ojos del cielo que, en contra de sus tercas voluntades, le son infieles a sus vocaciones. En cambio tenemos una película bien filmada que no sabe si narrar la vergüenza de un país plagado de injusticias sociales, poner en evidencia la supuesta mediocridad de la Iglesia ó seguir las desventuras de un hombre que descubre que sólo es un hombre.

Podría llamarse ¿Y dónde está el sacerdote?: se dedica a hacer chistes fáciles y a buscar "el colmo de los curas" en cada una de sus escenas –el que tiene una fantasía erótica con la virgen María, el que bautiza a los hijos de los narcotraficantes, el que habla por teléfono celular desde la tina- y olvida que, mientras tanto, mientras los medios promueven escándalos y cortan a todos los religiosos con las mismas tijeras, un par de enamorados se han dado cuenta de sus propias mezquindades. Cuando lo recuerda, cuando el padre Amaro y su verdadero amor se toman el relato, la película consigue involucrarnos. Entendemos esa angustia: sabemos de nuestra capacidad para enamorarnos de la persona equivocada, sabemos de qué somos capaces cuando van a descubrir nuestros secretos.

Sí, los curas son hombres y la Iglesia juega a la política: no necesitábamos una película para saberlo.