Lo que ellas quieren

Calificación: **1/2. Título original: What women want. Año de producción: 2000. Producción y Dirección: Nancy Meyers. Guión: Josh Goldsmith, Cathy Yuspa y Diane Drake. Actores: Mel Gibson, Helen Hunt, Marisa Tomei, Mark Feuerstein, Lauren Holly y Alan Alda. Paramount Pictures.

Es la pregunta que se hacen las grandes agencias de publicidad, las productoras de televisión, los grandes almacenes de cadena, los maridos venidos a menos y los solteros dispuestos a todo. Parece sencilla, pero no lo es. Podría responderse desde el machismo, el feminismo o la sicología de bolsillo. Ha dado origen a complejos tratados de siquiatría, vibrantes clásicos de la literatura y profundas revoluciones culturales. La pregunta es, para no ir más lejos, ¿qué es, exactamente, lo que quieren las mujeres?

Lo que ellas quieren, la más reciente película de Nancy Meyers, intenta construir, a partir de ese gigantesco interrogante, una historia principal y cuatro tramas secundarias. La premisa es divertida: hasta esa escena, hasta el instante cuando Nick Marshall, un mujeriego simpático, egocéntrico y desordenado que vive de las trampas de la publicidad, comienza a oír, literalmente, los pensamientos secretos de todas las mujeres que se encuentra por el camino, nadie se había acercado, ni siquiera un poco, al solitario, aterrador y creativo universo de las colegas, las madres, las hermanas, las esposas y las hijas. Ahora, por fin, vamos a comprenderlas.  

Pero un buen punto de partida no garantiza nada: aunque, gracias a los estupendos actores, a la fascinante ambientación y a uno que otro acierto del equipo de guionistas, hay un par de escenas muy divertidas, Lo que ellas quieren desaprovecha, una a una, todas sus oportunidades de conmover, parodiar y criticar. ¿Por qué, a pesar de ese comienzo tan prometedor, la película carece casi completamente de emoción?, ¿por qué al otro día se descubre que esta historia no ha dejado nada, ni una escena, ni una frase, para la memoria?

Pasemos por alto que, aunque tengamos un par de pistas, tampoco tenemos ni idea de qué quieren los hombres. Obviemos que las cuatro tramas secundarias –una mensajera depresiva, una adolescente oscura, una mesera insatisfecha, una jefe encantadora- entorpecen la historia principal. No nos quedemos en discusiones sobre la verosimilitud ni lamentemos que no sea Tootsie o cualquier película de Billy Wilder, Ernst Lubitsch o Frank Capra. Centrémonos, entonces, en lo más básico, en lo mínimo: el romance entre los protagonistas no conmueve y los personajes secundarios no son memorables.

Y todo porque Nancy Meyers, el cerebro detrás de El padre de la novia y Juego de gemelas, es, como puede verse, la perezosa autora de dos películas que ya habían sido inventadas. Sí, eso es. Lo que ellas quieren es un modelo de pereza. La forma como el protagonista adquiere el don de oír los pensamientos más íntimos de las mujeres es casi un ejemplo de bloqueo creativo. ¿Mel Gibson se electrocuta vestido de mujer? ¿No había mejores ideas? ¿No utilizó Woody Allen una función de magia para poner a su mamá en una esquina del cielo?