Calificación: ****. Título original: Last Temptation of Christ. Año de producción: 1998. Dirección: Martin Scorsese. Guión: Paul Schrader. Basado en la novela de Niko Kazantzakis. Música: Peter Gabriel. Actores: Willem Dafoe, Harvey Keitel, Barbara Hershey, Verna Bloom, David Bowie, Barry Miller.
Jesucristo también era un hombre. Uno que, según parece, cedió a la tentación de ser el hijo de Dios en un planeta que gira por obra y gracia de la violencia. Sí, era un hombre. A veces quería abandonarlo todo y vivir en paz, lejos de todo, como cualquier ser humano. Oía voces que lo atormentaban, sentía mucho miedo y no sabía muy bien por qué hacía lo que hacía. Su búsqueda era la de cualquiera de nosotros: quería tener fe en él mismo, fe en sus actos y en sus palabras, a pesar del mundo. Como si se tratara de vivir en paz en un campo de concentración. Como si el verdadero optimismo tuviera que partir del horror.
Todo eso se piensa cuando se ve La última tentación de Cristo. Que Martin Scorsese, el gran director norteamericano, trabajó durante más de quince años en aquella película para recuperar una relación con Dios que los hechos y los intermediarios le habían hecho virtualmente imposible. Que todas las búsquedas artísticas de un Jesucristo real, humano, posible, en últimas persiguen la fe, y aspiran, como diría el propio Scorsese, a llevarnos a pasar un rato a solas con Dios. Hoy, en oriente y occidente, con tantas naciones, multinacionales y religiones que se apropian de lo Divino y atacan y contraatacan en Su nombre, ese, el de enfrentarse en la soledad con el dios de uno mismo, parece ser el único mensaje sensato. El estreno del largometraje en Colombia, después de trece años de torpe censura, no podría ser, pues, más apropiado.
Scorsese leyó La última tentación, el libro de Niko Kazantzakis, y quedó fascinado, desde las primeras páginas, con la idea de un Jesucristo que pudiera sentarse con uno a la mesa, y para resolver la pregunta central que le sugería el texto, para responder a ese "¿cómo puede sobrevivir un hombre que cultiva su interior a un mundo exterior que lo acorrala?", le pidió a Paul Schrader, su guionista en Taxi Driver y Toro salvaje, que adaptara la novela. Schrader escribió un guión controvertido que fue revisado varias veces mientras las productoras, los actores y los países le cerraban las puertas al director, y los miles de fundamentalistas del mundo, en los cócteles y en las primeras planas, hacían todo lo posible para impedir la filmación.
Pero la película se hizo. Y el resultado, trece años después de su dramático estreno mundial, cuando algunas salas de cines fueron incendiadas y personajes de la talla de la Madre Angélica la consideraron "la película más satánica que se haya hecho" sin haberla visto, es una profunda y estremecedora versión cinematográfica de la historia que todos conocemos, y merece ser revisada una y otra vez: la música de Peter Gabriel, la actuación de Willem Dafoe y la interpretación de la cámara maestra de Scorsese, que se inspira en las miradas a Cristo de El Bosco, Nicholas Ray y Pier Paolo Pasolini, la convierten en todo un hallazgo.