Paréntesis (1994)

Tormenta

Desde la esquina de mi interior erosionado
un relámpago cae
y describe 
la asfixia de mi corazón
detrás de la ignorancia de mis huesos.

En el camino de mi espíritu a mi boca
el viento se ahoga
y se detiene
en el centro de mi garganta
lejos de la impotencia de mi lengua.

El aire se hace polvo
en el mar de la tormenta
y el viento se hace viento
en el descenso de las hojas.

En la bóveda de ramas blancas que me ocupa,
detrás de este telón de arrugas muertas,
no queda piedra sobre piedra.

Diluvia por siempre y para siempre,
y mi corazón, arca elegida,
sufre de abismos en el casco
que lo invitan, de una vez, a ser naufragio.  


Poema en blanco y negro

Entre las tercas líneas de la lluvia,
sobre las tildes de estos versos cojos,
viaja la rana triste, con sus ojos
de esquina y su sonrisa que diluvia.

Vuela y no es nadie y se deslluvia,
y su cuerpo, enredado en los rastrojos,
se ha vuelto un souvenir de los despojos
quemados por un sol que se desrubia.

 Sobre los lagos ciertos, contra todo,
gana la rana triste esta tormenta
en el borde de un mundo sin aliento.

Su cara, que ha nacido de entre el lodo,
los pliegues de su espalda cenicienta,
se ríen de esta noche de cemento. 
 
Primera comunión

Que sean las manos juntas frente al cielo.
Que sean las oraciones frente a frente.
Que sea el cuerpo espíritu inocente.
Que sean tus gestos causa de mi suelo.

Mis ojos son por culpa de tu risa.
La sangre de El es tuya y de esta alianza,
que comienza en la imagen de la danza
de tu voz en tu boca levadiza.

Quiero quedarme mudo en tu sosiego,
los cielos invisibles de tu valle,
sin olvidar mi nombre de hombre ciego.

Decir que estas son mis tuyas manos,
que serán entregadas en la calle
en conmemoración de los humanos.  
 
 
Fuera del paréntesis

No merezco más lágrimas de vela.
No merezco olvidarme de tristeza.
Por tu culpa soporto la certeza
que cubre, que simula, que desvela.

Que se acaben las lágrimas de vela.
Que consiga arrojarme de tristeza.
Que, sobre la luz sin luz de la certeza,
el viento sea la causa de la vela

y el mundo me devuelva la mirada.
Muerte a la muerte, muera ya mi pausa.
Muera este día y muera el día siguiente.

Muera tu amor, que quise frente a frente.
Entiérrame en las lágrimas de nada
que no merezco dudas por tu causa.