Verdades ocultas

Calificación: ***1/2. Título original: Brødre. Año de estreno: 2004. Dirección: Susanne Bier. Guión: Anders Thomas Jensen a partir de una historia de Susanne Bier. Actores: Connie Nielsen, Ulrich Thomsen, Nicolaj Lie Kaas, Sarah Juel Werner, Rebecca Løgstrup, Bent Mejding, Solbjørg Højfeldt.  

Las películas de la cineasta danesa Susanne Bier están en el mundo para confirmarnos que la vida se nos sale de las manos, que no podemos controlar lo que nos pasa. Si la genial A corazón abierto, de 2002, imaginaba un accidente de tránsito que le recordaba a un par de familias que emocionalmente siempre pendemos de un hilo, la absorbente Verdades ocultas, de 2004, cuyo título original es Hermanos, manda a un hombre bueno a la guerra para que los que lo rodean acepten que tarde o temprano nos desconocemos, que un día, por cuenta de cualquier incidente, podemos amanecer sin la máscara de ayer, convertidos en otros, aun cuando estemos viviendo una rutina soñada por todos. Bier, que tras filmar diez alarmantes largometrajes ha captado, por completo, la atención de los cinéfilos más exigentes, tiene un talento especial para retratar las cosas de cada día: su obra redefine "tragedia" como "la inevitable ruptura de una cotidianidad serena", la ineludible expulsión, si se quiere, del paraíso artificial que se alcanza en las costumbres. 

La frágil cotidianidad de Verdades ocultas está presentada, con maestría, en unas cuantas escenas: en los primeros quince minutos nos queda claro que mientras el altivo Michael, un importante funcionario del ejército danés, es el orgullo de sus padres, la razón de ser de su esposa Sarah y el amor de la vida de sus dos pequeñas hijas, el fracasado Jannik, su hermano menor, que lo idolatra y lo envidia al mismo tiempo, es la vergüenza, la presencia que sobra, el temor principal de todas las personas que han tenido la desgracia de quererlo. Cuando llega la noticia de que Michael ha muerto en una arriesgada operación en Afganistán, cuando vemos la reacción de cada personaje al horror de no haberse despedido de aquel hombre sin tacha, entendemos que el duelo los trasformará a todos en héroes que  harán lo posible para ponerse en el lugar de lo otros, del abuelo amargado, de la abuela paralizada, de la mujer que necesita que la abracen.

Gracias a las audaces actuaciones de su elenco, al estupendo manejo de cámaras, al adecuado uso de la música y al montaje efectivo que le aprendió al Dogma 95 durante la filmación de A corazón abierto (que, dicho sea de paso, pronto será convertida en una película de Hollywood dirigida por el mismo Zach Braff que hace un par de años presentó Tiempo de volver), la exitosa Bier, ganadora de premios en los principales festivales de cine del mundo, ha conseguido llevar a la pantalla, de nuevo, el drama que tenía en la mente. Todo parece indicar que su manera de narrar, su manera compasiva de desenmascarar a las personas, dará origen a toda una forma de hacer cine. Verdades ocultas, que como las novelas rusas del siglo XIX se resiste a tener personajes secundarios, es otro gran ejemplo de un estilo que respeta profundamente la experiencia humana.