Hotel Rwanda

Calificación: ***1/2. Título original: Hotel Rwanda. Año de producción: 2004. Dirección: Terry George. Guión: Keir Pearson y Terry George. Actores: Don Cheadle, Sophie Okonedo, Nick Nolte, Joaquin Phoenix, Desmond Dube, Jean Reno, Neil McCarthy. 

Ya era hora de que se estrenara la admirable Hotel Rwanda en las salas de cine del país. Quiera Dios (o los distribuidores) que no se quede solamente en los teatros más valientes de Bogotá, porque se trata de uno de esos dramas políticos que no nos permiten seguir adelante con nuestras vidas como si no hubiera pasado nada: su realismo inclemente y sus imágenes compasivas nos recuerdan que en la Rwanda de mediados de los años noventa ocurrió una horrenda guerra civil en la que fueron asesinadas un millón de personas. Y aunque esto –su carácter de valioso documento histórico- podría ser más que suficiente, al tiempo logra entregarles a los cinéfilos más críticos, que sólo entienden de buenas o malas películas, que son capaces de decir que da igual el mensaje si no ha sido emitido de forma memorable, una dolorosa historia muy bien contada, la imborrable actuación del norteamericano Don Cheadle y una serie de secuencias que en verdad cortan la respiración. Ya era hora de que la estrenaran.

Hotel Rwanda capta toda nuestra atención desde los primeros minutos de la proyección. Muy pronto, antes de que nos preguntemos qué está pasando en aquel lugar de África, nos pone al tanto de lo absurda que es la tragedia de Rwanda: en el bar del Hotel Milles Collines, en Kigali, en donde unos minutos después sucederán los principales hechos del relato, un periodista le cuenta a otro que las dos supuestas razas que se están matando en las calles, los hutus y los tutsis, fueron creadas arbitrariamente por colonizadores belgas (porque sí, porque unos les parecían más altos que los otros) a comienzos del siglo veinte. Muy pronto, también, nos presenta a su protagonista: administra el hotel, es un hutu casado con una tutsi y se llama Paul Russesabagina; es un padre de familia justo que le ha dedicado una vida a cumplir con su trabajo; entre sus planes no se encuentra convertirse en un héroe, en el Oscar Schindler de otro genocidio, pero se descubrirá dándole posada a más de mil perseguidos cuando estalle el combate.     

Detrás de la altísima calidad de la producción se encuentra un cineasta irlandés, Terry George, que más bien parece un valiente periodista de guerra. George, director de la aplaudida En el nombre del hijo, guionista de largometrajes como En el nombre del padre y The Boxer, tiende a advertirnos, por medio de ejemplos de la historia reciente, que siempre peleamos batallas ajenas. Que además invente escenas de antología (Hotel Rwanda está llena de ellas) lo convierte en uno de los artistas más interesantes del cine de estos tiempos. Sus películas nos avergüenzan porque nos prueban que somos ciegos ante las injusticias, las infamias, las indecencias que están ocurriendo. Pero nos enorgullecen porque nos demuestran que seguimos siendo brillantes (todavía filmamos obras memorables) a la hora de reconocer nuestras culpas.