Sendero de sangre

Calificación: **. Título original: The Dancer Upstairs. Año de producción: 2002. Dirección: John Malkovich. Guión: Nicholas Shakespeare, basado en su novela El bailarín del piso de arriba. Actores: Javier Bardem, Laura Morante, Juan Diego Botto, Elvira Minguez, Alexandra Lencastre, Oliver Cotton. 

Lo más probable es que la película no tenga la culpa. Pero resulta imposible ver Sendero de sangre, la primera obra dirigida por el gran actor norteamericano John Malkovich, sin reírse de lo falsos que resultan sus diálogos en inglés o de lo tonto que se ve ese país que no se decide del todo, en la pantalla, a ser el Perú que conocemos. Se vale de El bailarín del piso de arriba, respetada novela de Nicholas Shakespeare, para contar una sugestiva historia de amor en medio de la incansable persecución a un indescifrable líder guerrillero llamado Ezequiel Durán (basado, no cabe la menor duda, en el Abimael Guzmán de Sendero luminoso), no pierde el pulso en las secuencias de suspenso y le entrega a la actuación del estupendo Javier Bardem, en una curiosa muestra de sabiduría, el peso de todas las escenas. Y sin embargo, tal vez porque sabemos que todos los involucrados en la producción –menos Malkovich- son de habla hispana, de pronto porque somos testigos de primera mano de lo que ocurre en Latinoamérica, no conseguimos creernos lo que pasa.

Sí, aun cuando los encuadres elaborados, la correcta dirección de actores y las citas al cine de Costa-Gavras revelan, en la tras escena, a un hombre que sabe lo que quiere, el resultado final desenmascara a un cineasta que no entiende del todo el mundo en el que se ha metido. Todo pasa despacio, como si aquel país fuera un pueblo de cien habitantes, en la torpe historia policíaca de Sendero de sangre. Todo pasa muy rápido, en cambio, en ese romance imposible que jamás parece venir al caso.