There Will Be Blood

Calificación: ***1/2. Titulo original: There Will Be Blood. Año de estreno: 2007. Guión y Dirección: Paul Thomas Anderson basado en “Oil!” de Upton Sinclair. Actores: Daniel Day-Lewis, Paul Dano, Dillon Freasier, Ciarán Hinds, Kevin J. O'Connor.

Si es cierto, como dicen los críticos gringos, que la fabulosa pero desconcertante Petróleo sangriento no es una aventura épica sino una gigantesca película de terror, entonces lo mejor es aclarar que se trata de una película de terror protagonizada por dos monstruos. Dos monstruos que serán retratados desde el principio hasta el final. Desde el auge hasta la decadencia. El primero, Daniel Plainview, es un tipo autodestructivo que se encuentra dispuesto a lo que sea (a poner en riesgo, incluso, la vida de su hijo) con tal de ser el más poderoso de todos los petroleros de los Estados Unidos: “la competencia vive dentro de mi”, dice, “no quiero que nadie triunfe aparte de mi”. El segundo, Eli Sunday, es un enfermizo predicador de aquellos que montan iglesias urgentes sobre la base de sus propias mentiras.

Sus dos historias suceden en los primeros años del siglo XX. Y son, en verdad, un par de alegorías que no quieren dejarnos olvidar que en Estados Unidos el capitalismo combate al puritanismo con la sospecha de que son la misma cosa: una forma de hacer humana la ley de la selva.

No es fácil descubrir qué tienen en común, aparte de sus estupendas bandas sonoras, sus secuencias admirables y sus actuaciones valientes, las cinco películas que ha dirigido el norteamericano Paul Thomas Anderson: Sydney, Boogie Nights, Magnolia, Embriagado de amor y Petróleo sangriento. Pero esta última entrega, que es una proeza cinematográfica con una resolución más bien lamentable, prueba que todas sus obras son parábolas bíblicas que advierten los peligros de la avaricia.