Eastern Promises

Calificación: ***1/2. Titulo original: Eastern Promises. Año de estreno: 2007. Género: Drama. Dirección: David Cronenberg. Guión: Steve Knight. Actores: Viggo Mortensen, Naomi Watts, Vincent Cassel, Armin Mueller-Stahl, Sinead Cusack, Donald Sumpter

El cineasta canadiense David Cronenberg ha filmado algunas de las películas más perturbadoras de los últimos veinticinco años. Habría que pensar en directores como el norteamericano David Lynch o el japonés Hayao Miyazaki para encontrar inventores de pesadillas que estén a su altura. Su mundo, ese mundo enfermo que ha dado origen, entre muchas otras, a las agobiantes La zona muerta (1983), La mosca (1986), Pacto de sangre (1988), El almuerzo desnudo (1991) o Crash: extraños placeres (1996), es un lugar tan personal, tan propio y tan privado, que cuesta visitarlo sin sentirse invadiendo los malos sueños de un desconocido.


Sus últimas tres películas, sin embargo, han sido un alivio: Spider (2002), Una historia violenta (2005) y Promesas del este (2007) son, como el resto de las producciones de su brillante filmografía, la historia de un horrendo secreto, pero, al partir de guiones ajenos más bien convencionales, dejan de ser fantasías enrevesadas, de esas que se disfrutan más como ideas que como narraciones, para convertirse en pequeños dramas (por supuesto: dramas duros, contundentes) vistos a través de los ojos de un artista que nunca ha tenido claro que el infierno sea un lugar aparte. Quiero decir que se trata de películas realistas, pero que la realidad que ve David Cronenberg es un lugar habitado por monstruos capaces de todo.

Promesas del este comienza una nochebuena lluviosa en Londres, como un tenebroso cuento de hadas, con un sangriento crimen en una barbería; sigue con el parto impresionante de una niña de catorce años, Tatiana, que está a punto de morir; y deja la trama entera planteada a partir del encuentro de la noble partera, Anna Khitrova, con un par de asesinos de la mafia rusa que quizás puedan ayudarle a entender todo lo que acaba de ocurrir. A partir de ese momento, del viaje de Anna hasta ese restaurante transiberiano habitado por hampones (busca, en la boca del lobo, a alguien que le traduzca el diario escrito en ruso que ha dejado la difunta madre), la película será una suma de giros inesperados, a veces más sórdidos que necesarios, que nos probará al final que hemos sido testigos de la tragedia de un hombre.

Si no se va a ver esta producción por lo fascinante que suele ser la narrativa de Cronenberg, si no se va en busca de un nuevo capítulo en esa escalofriante versión de la cadena alimenticia que es la obra del cineasta, debe entrarse en el teatro para ver otra estupenda interpretación de Viggo Mortensen: su trabajo como el imperturbable Nikolai Luzhin, ese hombre tatuado al que parece quedarle algo de humanidad detrás de los ojos, es memorable. Por supuesto, eso no es todo. Promesas del este también cuenta con el trabajo impecable de todo su elenco, con una contenida banda sonora compuesta por Howard Shore y una cámara que logra escenas de antología de las que seguiremos hablando durante mucho tiempo.