My Blueberry Nights

Calificación: **1/2. Titulo original: My Blueberry Nights. Año de estreno: 2007. Dirección: Won Kar-Wai. Guión: Won Kar-Wai y Lawrence Block. Actores: Norah Jones, Jude Law, David Strathairn, Natalie Portman, Rachel Weisz, Cat Power.

Está todo lo que está en el cine de Won Kar-Wai. Lo que está en Chunking Express, en Happy Together, en Deseando amar: la nostalgia por un mundo en el que cada gesto decía alguna cosa, el viacrucis que se vive en el intento de olvidar a una persona que no se dejará de querer, la banda sonora que parece decir que lo normal es la tristeza, y las postales, en cámara lenta, que nos recuerdan la belleza de lo decadente. Pero esta historia de amor, My Blueberry Nights, no ha sido filmada en el Hong Kong de siempre sino en un Estados Unidos sin personalidad. Y mucho, quizás lo principal, se ha perdido en la traducción de ese mundo hongkonés a ese mundo norteamericano. Los diálogos sabios suenan más bien tontos. El dolor mudo resulta innecesario. Los personajes misteriosos parecen simples personajes desdibujados. Y la trama episódica, en la que todos los relatos le responden al primero, llevan a pensar en una incompleta “película de carretera” antes que en un drama poético de esos que hacen más fácil vivir sin esperanza.

 

La cantante “adulta contemporánea” Norah Jones interpreta a una mujer frágil, Elizabeth, que acaba de ser abandonada por su novio. Y que encuentra el respaldo urgente que busca en un británico llamado Jeremy, angelical dueño de una pequeña cafetería en Nueva York, justo cuando decide darle un vuelco a su vida. Elizabeth sólo piensa en ese novio ausente. Así que viaja a Memphis, Tennessee, detrás de la paz que ha perdido. Y después sigue a Las Vegas, Nevada, al mundo sórdido de los casinos, segura de que los problemas de los demás no se parecen a los suyos. Y mientras tanto, mientras aprende en un par de historias ajenas (la de un esposo irredimible, la de una hija descarriada) que es imposible borrar lo vivido, que el novio aquel siempre será el novio que tuvo, él, Jeremy, el apagado hombre de la cafetería que sonríe como el actor Jude Law, hará también las paces con las personas que lo llevaron a la melancolía. Y no he dañado la película. Y no he contado, aunque parezca, ningún giro importante del drama.

Hay momentos de gran cine en My Blueberry Nights. Ni más faltaba. Won Kar-Wai es, a fin de cuentas, uno de los últimos maestros que ha dado el medio. Y sólo él habría podido pensar el beso que ha servido como afiche de la película, la enrevesada historia de amor entre esos esposos que no pueden vivir el uno sin el otro y esas secuencias a puerta cerrada, a través de las vitrinas de los locales destartalados, que redescubren la belleza de Rachel Weisz, Natalie Portman y la cantante Cat Power. Ha vuelto a hacer, por supuesto, una película de Won Kar-Wai. Y eso ya es mucho. Pero, ya que su llegada a los Estados Unidos no ha dado lugar a nada nuevo (a lo mismo pero sin inspiración), habrá que esperar a que su particular mirada de las cosas vuelva a hacerse dueña de un territorio desconocido.